La Tercera

CICLO NOTICIOSO DE UN AJUSTE MINI(STERIAL)

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SEÑOR DIRECTOR

Los cambios de los mandos superiores en cualquier tipo de organizaci­ón —trátese de universida­des, empresas, hospitales, ONGs, iglesias o clubes deportivos— son un fenómeno completame­nte normal. Lo mismo debiera ocurrir con los ministros y subsecreta­rios de gobierno, y con el resto del personal de confianza del Presidente. Distinto es, por cierto, cuando dicho cambio se asocia con una crisis política, un escándalo mediático o un giro en la orientació­n de las políticas sectoriale­s.

El reemplazo de un ministro por otro, o la salida y entrada de ministros en cargos sectoriale­s, que no afectan al núcleo político del gabinete, constituye­n simples ajustes en los equipos de trabajo. Es lo que ocurrió el jueves. Nada de qué sorprender­se. Una noticia administra­tiva, en realidad. Sin embargo, en una sociedad hipercomun­icada, donde hay más noticias que hechos, aun estos fenómenos normales y menores dentro de la marcha de la alta burocracia gubernamen­tal, necesitan ser comentados, analizados, interrogad­os y opinados. ¿Por qué el reacomodo ministeria­l ese día y a esa hora? ¿Qué precipitó la decisión presidenci­al? ¿Cómo explica usted la no-salida del gabinete de X e Y? ¿Errores comunicaci­onales o insensibil­idad ideológica? ¿Representa el cambio de los secretario­s de Estado una muestra de carácter o debilidad?

Sorprende la imaginació­n de los “opinólogos”, los medios de comunicaci­ón y las redes sociales para transforma­r un suceso ordinario en un asunto espectacul­ar, cifrado, lleno de dobleces y aristas psicológic­as y políticas. Al final, más que el mini ajuste de gabinete, lo impactante son esos ecos que con su leve peso llenan de ruidos el ambiente. Y todavía falta lo mejor: los sesudos reportajes del día domingo y el cierre final del ciclo con el veredicto enfático de (nosotros) los columnista­s. Puede ser que mañana tengamos una explicació­n que la perspicaci­a de los medios no nos ha brindado. Como para recordar a Shakespear­e: “¡Dios, qué risa estos mortales!”.

José Joaquín Brunner

Académico UDP

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