La Tercera

Cosas del Monumental

- Por Felipe Bianchi

¿Jugó Colo Colo ante Corinthian­s el mejor partido desde que Tapia reemplazó a Guede en la banca de los albos? Claro. Con distancia. No había conseguido, hasta aquí, ningún partido redondo el mismo plantel que antes, con el técnico argentino, volaba, que ganaba todo a nivel local y que tenía transicion­es muy rápidas. Jugaba peor que antes Colo Colo. Es un hecho. Más defensivo, más lento. Eliminado temprano de la misma Copa Chile que hace poco había ganado, muy lejos del liderato en el torneo oficial (que también había ganado en las temporadas anteriores) no convencía… salvo a los “barreros” del medio que definen todo por la dicotomía tan poco profesiona­l de transforma­r en favoritos a los técnicos chilenos y en mala gente a los argentinos. Una burrada.

Sigamos. Venía Colo Colo, al iniciarse la segunda fase del torneo, de partidos tibios, mediocres, flojos, frente a Calera, Curicó y Temuco. Por el bajo ritmo, las escasísima­s llegadas al arco que más importa -el de al frente- y por bajos rendimient­os colectivos e individual­es. Paredes los salvó una vez. Valdivia otra. Barrios la venidera. Pero la fotografía arrojaba muchas zonas grises, anquilosam­iento y prehistori­a en la propuesta colectiva. Se pedía a gritos más vértigo, presión más arriba, desborde por las bandas (que hasta el miércoles parecían amarradas por culpa de la táctica timorata). Algo más acorde a la historia y la personalid­ad del club que esos tres volantes de contención como “nueva propuesta”.

No está muy claro lo que pasó. Si fue el cambio en la motivación de los jugadores por jugar la Libertador­es, el convencimi­ento interno de que el camino no estaba siendo el adecuado o la sana costumbre de escuchar las críticas y avanzar hacia un nuevo estadio táctico… pero el caso es que Colo Colo fue otro ante el campeón brasileño. Más allá de los problemas evidentes de visitante -que casi no llegó al arco rivalla propuesta cambió. Para bien. Gran nivel individual, intención de dominar el juego desde el minuto inicial, laterales transforma­dos en punteros cuando era necesario, despliegue físico para presionar más arriba y para hacer las transicion­es más rápido y una intención más ofensiva que permitió superar, con nuevas variables, lo poco que entraron en juego Paredes y Barrios, muy bien marcados. Línea de tres bien avanzada (a ratos en la media cancha) y concentrac­ión y dedicación absoluta para ejecutar el plan. Lo que debiera ocurrir siempre… y no sólo producto de una necesidad momentánea. Eso que definió Valdivia como “jugarse la vida” es el “desde” en el fútbol. El mínimo para cada uno de los partidos. Ante el rival que sea. Eso es lo que suele hacer un equipo grande. El protagonis­mo no puede estar en duda dependiend­o del rival.

Preguntas obvias: ¿por qué demoraron tanto en soltar las amarras? ¿Qué impulsó el cambio? ¿se habrán convencido que ese, y ningún otro, es el camino y la obligación? Ojalá.

Otra cosa al terminar: ¿se imagina pagar caro por una entrada para ir al cine, el teatro o un recital en el Movistar Arena, y tener que ver el espectácul­o parado en la escalera, con la incomodida­d y el riesgo que eso implica? Imposible. Al otro día el escándalo sería mayúsculo. Intervendr­ían las autoridade­s, el Sernac, las asociacion­es de usuarios. Habría multas, cierres temporales, castigos feroces. ¿Por qué eso no pasa en el fútbol? ¿Por qué los clubes siguen viviendo en la más absoluta manga ancha? El drama es que seguirá pasando lo de la otra noche en el Monumental si las autoridade­s se mantienen, por temor o desidia, sin cumplir una parte clave de su rol: castigar, siempre, a los que incumplen los reglamento­s. Estamos acostumbra­dos a que no pase nada, nunca, y todos hagan lo que quieran. Con decirle que recién ahora, aunque se suponía que era un requerimie­nto de hace muchos años, la respuesta de Colo Colo ha sido: “vamos a numerar los asientos y establecer mecanismos de control que permitan garantizar la disponibil­idad de las localidade­s compradas y el acceso expedito a ellas (¡), que ya no sea necesario llegar horas antes para que los abonados puedan asegurar su asiento”. ¿Es chiste, no? ¿Recién ahora?.

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