La Tercera

La conversión de Mauricio Rojas

Exiliado en Suecia tras 1973, el nuevo ministro de Cultura cambió a Marx y el Che Guevara por Adam Smith y Karl Popper. Liberal pro aborto y matrimonio gay, es además crítico del Museo de la Memoria.

- Por Andrés Gómez Bravo

De pronto entró en una profunda crisis. Mauricio Rojas aterrizó en Suecia después del Golpe de 1973. Llegaba con otros miles de chilenos exiliados, políticame­nte marcado por una breve militancia en el MIR. De acuerdo con su relato, en los primeros años acarició la idea de volver a luchar contra el régimen. Pero con el paso del tiempo sus ideales se enfriaron, en gran medida por los gélidas experienci­as que recibía de los socialismo­s en la Europa del Este. Y en la biblioteca de la Universida­d de Lund, a inicios de los años 80, mientras estudiaba historia económica, abandonó su antigua fe en el marxismo y se refugió en el pensamient­o liberal.

No fue fácil, ha dicho, “porque implicaba desprender­se de aquella ilusión que le había dado sentido a mi vida”. Por entonces comenzó a trabajar en torno a su tesis, Renovatio Mundi, “un arreglo filosófico de cuentas con aquellas ideas que en nombre de la redención de la humanidad nos invitan a lo que no es otra cosa que un genocidio, es decir, a la destrucció­n del ser huma- no tal y como es para poblar al mundo con una nueva especie, salida de nuestros sueños utópicos”.

Nacido en Santiago en 1950, el nuevo ministro de Cultura creció en una casa con parrón en Vicuña Mackenna, con su abuelo inmigrante español, católico, franquista y fanático de la Unión Española, y su madre, una profesora socialista y partidaria de Allende, la figura intelectua­l más importante de su infancia. Su padre no tuvo mayor presencia en su vida. Su progenitor­a lo introdujo en las ideas de Marx, y cuando entró al Liceo de Aplicación, Rojas se aproximó al MIR. Una vez en la U. de Chile, participó en la toma de la Escuela de Derecho: “Era la hora del patria o muerte, venceremos”, ha dicho.

Pero ya en Lund, con Adam Smith y Karl Popper como sus nuevos referentes ideológico­s, Rojas emprendió una reflexión en torno a su experienci­a política. Con el entusiasmo de las verdades reveladas, describió al marxismo como una versión secular del proyecto mesiánico del cristianis­mo: la construcci­ón del paraíso en la tierra. “Este fue el marxismo que me ‘robó el alma’ cuando yo era muy joven”, escribió. Pero ese proyecto, agre- gó, conduce inevitable­mente a la muerte o la opresión: “Y me di cuenta de que yo no era esencialme­nte distinto de los grandes verdugos del idealismo desbocado, de los Lenin, Stalin, Mao o Pol Pot, pero también, a su manera, de los Hitler y los redentores totalitari­os de todos los tiempos”.

Naturalmen­te su conversión lo distanció de la izquierda chilena, y de un modo imprevisib­le también de su madre, que estuvo detenida en Villa Grimaldi. De forma contraria, se fue acercando elocuentem­ente a la derecha política y económica: fue director de Timbro, instituto del empresaria­do sueco; parlamenta­rio del Partido Popular Liberal, y es parte del consejo directivo de la Fundación Internacio­nal para la Libertad de Mario Vargas Llosa.

En Chile ha difundido su pensamient­o a través de libros y conferenci­as, muchas de ellas para la Fundación para el Progreso de Nicolás Ibáñez, de la que es miembro honorario junto a su amigo Roberto Ampuero. Con el escritor y actual Canciller ha publicado dos tomos de Diálogos de Conversos. En el primero de ellos habla del impacto que significó su encuentro con la cultura sueca: “Su lema o leimotiv es ‘unidos estamos de pie, divididos caemos’. Todo esto fue muy llamativo para mí viniendo de un Chile destruido por los odios y la lucha fratricida, víctima de sus profundas contradicc­iones sociales, de los sueños exaltados y las ideologías maximalist­as”.

Crítico del rol de la izquierda en el quiebre de la democracia en Chile, Rojas es un detractor del Museo de la Memoria: “Más que un museo (...) se trata de un montaje cuyo propósito, que sin duda logra, es impactar al espectador, dejarlo atónito, impedirle razonar (...) Es un uso desvergonz­ado y mentiro- so de una tragedia nacional que a tantos nos tocó tan dura y directamen­te”, dijo.

Liberal en la esfera valórica, Rojas se distancia en este aspecto de las posturas tradiciona­les de la derecha chilena: “Yo no soy religioso, soy agnóstico y no tengo ningún problema con el matrimonio del mismo sexo. Es más, he vivido en otros países donde estos temas ya están superados y hoy son realidades. En la adopción de personas del mismo sexo y el aborto tengo visiones que obviamente a cualquier persona de derecha no le resultan cómodas. Desde ese punto de vista no pertenezco a ese ADN de derecha”. ●

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► Rojas estaba a cargo de los discursos del Presidente Piñera.

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