DEBILUCHAS Y FAMÉLICAS
SEÑOR DIRECTOR:
Los indicadores muestran que Chile crece casi 5%. Si eso es “una economía debilucha” como caricaturizó la Presidenta Bachelet, el desempeño económico durante el gobierno de la exmandataria fue famélico porque creció un anémico 1,7% anual. No olvidemos, desde el año pasado Panamá nos supera en PIB per cápita. Gracias al “legado” ya no somos líderes económicos en Latinoamérica.
La economía chilena ha prendido motores, pero es un enfermo convaleciente cuya mejoría no sabemos si mantendrá su vigor.
Necesitamos que los políticos, partiendo por el gobierno, abran amplia cancha para el progreso de todos los trabajadores y emprendedores. Por lo pronto, corrijan excesos de las reformas anteriores, amplíen la libertad del trabajador y aprueben una reforma tributaria que realmente simplifique, recaude y refuerce el ahorro y la inversión. Cambios tributarios y laborales debiluchos ya sea por un gobierno poco jugado o por una oposición atrincherada no son el camino más rápido al desarrollo.
Es muy luego para concluir por qué ese crecimiento no ha impactado más fuertemente el empleo. Puede ser una demora natural, el aumento en el número de personas que buscan trabajo, la inmigración masiva, la automatización tecnológica y las trabas al empleo que produjo la Reforma Laboral del gobierno anterior.
Recordemos que el exdiputado Andrade, uno de los autores intelectuales de dicha reforma, dijo con honestidad que la Reforma Laboral no era para crear empleos.
¿No es lógico esperar que frente a la falta de reemplazo en huelga los empleadores aceleren la automatización? ¿ Y que frente a la falta de libertad para que los trabajadores acomoden sus horarios por culpa de la Ley, los trabajos por cuenta propia como Uber crezcan más? ¿Nuestra legislación laboral está preparada para la disrupción dinámica digital que vivimos?
Bernardo Fontaine
Economista