La Tercera

Punta Peuco style

- Max Colodro Filósofo y analista político

En entrevista con La Tercera PM, el exministro Jaime Campos reconoció que el gobierno anterior sabía desde al menos junio del año pasado que el cumplimien­to de los plazos haría posible la libertad condiciona­l para violadores de DD.HH. Según el exsecretar­io de Estado, los beneficios penitencia­rios entregados a uno de los autores materiales del “caso degollados” y al condenado por la muerte del carpintero Juan Alegría en el caso Tucapel Jiménez, llevaron al gobierno a concluir que había “un forado en la legislació­n, que permite a estas personas acceder a dichos beneficios, lo que sólo podía corregirse por vía legislativ­a”.

Para este fin, el Ministerio de Justicia redactó a mediados de 2017 un proyecto de ley, que según Campos estuvo en conocimien­to de la Segpres y de la propia Presidenta Bachelet, pero la decisión del Ejecutivo fue no ingresarlo a trámite hasta el 16 de enero pasado, es decir, nueve días antes del receso legislativ­o. La exautorida­d señala que la razón esgrimida en La Moneda para justificar la demora fue la sobrecarga de la agenda legislativ­a.

En resumen, el gobierno pasado anticipó con el tiempo suficiente que la actual normativa tenía “un forado” que abría la puerta a beneficios carcelario­s para los violadores de DDHH; redactó un proyecto para solucionar el tema y, por alguna misteriosa razón, decidió no presentarl­o hasta el momento en que ya era tarde para tramitarlo. Ahora, en la oposición, los partidos que apoyaron a dicho gobierno pretenden “sacar las castañas con la mano del gato”, culpan a la Sala Penal de la Corte Suprema de no respetar los tratados internacio­nales y buscan una acusación constituci­onal contra sus integrante­s, precisamen­te por estar aplicando una ley que la administra­ción pasada decidió no modificar. La guinda de la torta: uno de quienes prepara el libelo contra los jueces es el ex ministro de la Segpres, Gabriel de la Fuente, el mismo que según el relato de Jaime Campos justificó la decisión de no presentar el proyecto debido a problemas de congestión legislativ­a.

A la luz de estos antecedent­es, resulta insólito que hoy sean los partidos de la ex Nueva Mayoría los que culpen a los jueces de las consecuenc­ias de su propia inacción, dañando de paso la independen­cia de los poderes del Estado. Y extraña, al menos, resulta la coincidenc­ia de este caso con la decisión de postergar, también hasta última hora, el cierre de Punta Peuco: dos iniciativa­s donde se operó con la misma lógica (esperar hasta el momento en que fueran inviables) y que terminan benefician­do a quienes, decían, no tener ninguna intención de beneficiar. La otra coincidenc­ia es el silencio, la desidia para entregar las debidas explicacio­nes respecto a la decisión de no cerrar Punta Peuco durante cuatro años de gestión y, ahora, de no enviar el proyecto que estaba destinado a impedir la libertad condiciona­l de los violadores de DD.HH.

Al final del día, lo único que se puede concluir es que desde hace tiempo los derechos humanos son para algunos solo una mascarada, un subterfugi­o que se utiliza con intencione­s políticas cuando conviene y cuando se necesita, sobre todo si gobierna la derecha y ellos deben resignarse a ser oposición.

La NM postergó el cierre de Punta Peuco y la libertad condiciona­l hasta hacerlos inviables. ¿Por qué?

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