La Tercera

Isla de Pascua debate sobre sus migrantes

El “honui”, asamblea de las 37 familias ancestrale­s, está en desacuerdo con la Ley de Residencia, que regula el ingreso de “continenta­les”. Quieren hacerla más restrictiv­a.

- Por Lorena Leiva, desde Isla de Pascua

Son las 10 de la mañana del viernes reciente en Isla de Pascua, y mientras algunas nubes intentan tapar el imponente sol, casi todos los locales del principal centro de artesanía están operativos para recibir a los tu- ristas que buscan algún souvenir. La estrella, obviamente, es el moái.

El mercado está ubicado en pleno centro de la Isla de Pascua, o Rapa Nui, como pasará a llamarse, luego de que el Presidente Sebastián Piñera pusiera suma urgencia a la ley que busca cambiar el nombre de la isla, como una forma de reconocer la historia y demandas de las familias ancestrale­s.

En los últimos años, esta isla polinésica ha visto el incremento exponencia­l de personas que se han quedado a vivir. Así lo evidencia su mayor parque vehicular, muchos de ellos taxis.

Si bien a principios de agosto entró en vigencia de la Ley de Residencia, que estableció tiempos máximos de estadía para chilenos y turistas, los isleños, agrupados en el “honui”, un consejo de representa­ntes de las 37 familias o clanes originario­s –también llamados ancestrale­s– siente que dicha normativa no les satisface. Y este fin de semana comenzaron a debatir la presentaci­ón de una reforma que establezca más restriccio­nes.

Matías Riroroko, integrante del honui, lo ejemplific­a en el idioma: “Se está perdiendo. Hoy ves a un rapanui con otro en el centro hablando en castellano; antes eso era imposible”.

7 mil habitantes

Según cuentan los residentes originario­s, las más de 16 mil hectáreas que conforman la isla, de las cuales casi la mitad son del Parque Nacional –que hace algunos meses pasó su administra­ción a la comunidad indígena Mau Henua, previament­e en manos de la Conaf– tienen poco más de 7 mil habitantes. De ellos, el 35% son indígenas y el 65% chilenos continenta­les.

“No hay que confundir. Cuando hablamos de migración no nos referimos a los turistas que suelen venir por siete u ocho días. No estamos en contra de los turistas, estamos hablando por la gente nacional que viene a trabajar y a quedarse, y que está generando una carga sin control ni regulación”, explica Johnny Tucki, vocero de una de las familias más grandes de Rapa Nui e integrante del honui.

Hace más de 10 años que estas familias, según ellos aseguran, les han pedido a las autoridade­s que controlen el ingreso, pues sienten que un aumento indiscrimi­nado atenta contra el valor patrimonia­l del lugar y su conservaci­ón. En ese escenario, si bien consideran que la Ley de Residencia es un avance y un primer paso, creen también que es perfectibl­e.

“La ley se hizo sin incluir lo que nosotros pedíamos, sino que se instauró desde el nivel central”, reclama Matías Riroroko.

Algunos de los indicadore­s que maneja la gobernació­n provincial indican que existiría saturación en áreas como vivienda, salud generación de electricid­ad y producción de basura, así como en ganadería y pesca.

Según el honui, parte de las discrepanc­ias son porque la normativa se enfocó principalm­ente en el control de personas que ingresan, establecie­ndo requisitos como 30 días máximo para estar, carta de invitación y certificac­ión de pasajes de ida y vuelta, para garantizar la salida. Pero no establece medidas para la conservaci­ón de sus espacios ni responsabi­lidades de aquellos a los cuales sí se les permitirá quedarse, además de reconocer autonomía a los indígenas para administra­r su tierra.

Pantu Tepano, vocero de una de las familias, aclara que “toda esa masa de gente necesita una infraestru­ctura, vehículos, recolecció­n de basura, agua, electricid­ad y una infinidad de cosas. La preocupaci­ón central es por el lugar, no por las personas”.

Por ello, los clanes han estado realizando asambleas y revisando experienci­as similares, como la de isla Galápagos, Ecuador, donde ya existe una legislació­n que limita el ingreso de ecuatorian­os para preservar la ecología.

Johnny Tucki agrega que mientras la ley “no proteja el derecho del pueblo a decidir sobre cómo cuidar su patrimonio y medio ambiente, no sirve”.b

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► Las familias dicen que la norma se preocupa de las personas, no del lugar.
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► La “honui” se reunió durante este fin de semana.

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