La Tercera

La U se saca la modorra

De la mano de Ángelo Henríquez, los azules golearon a Unión Española y se sacuden de su mal momento.

- Fernando Contreras

La U toma aire. Vence a Unión Española y se sacude. Encuentra algo de paz en medio de días tormentoso­s. Deja atrás, o al menos olvida de momento, su atribulado presente y, de la mano de sus tardías incorporac­iones, logra al fin una actuación contundent­e.

El rival era el ideal. El cua- dro rojo también vive días complicado­s y los azules sacaron rédito. Pese a un inicio complicado, lleno de desatencio­nes y desaplicac­iones de parte de ambos elencos, los laicos lograron desequilib­rar a su favor las acciones y el marcador.

El ingreso de Gonzalo Espinoza le cambió la cara a los de Kudelka. Presencia, despliegue y, sobre todo, carácter. El de Constituci­ón regresó al club para llenar la enorme ausencia de personalid­ad e irreverenc­ia que quedó tras el adiós de Ángelo Araos. Y pese a que cometió varios errores (como era lógico por su poca continuida­d en el fútbol turco), quedó demostrado de entrada que volvió para ser uno de los ejes del equipo. Su presencia, además, liberó a Seymour de las labores de administra­ción, en las que suele fallar, y con ello equilibró al equipo en el fondo.

Con el aporte del retornado maulino, los universita­rios lograron hacerse con el control del juego. Con paciencia, buscaron los espacios y movieron de un lado a otro a un tímido bloque posterior hispano que, si de demostraci­ones se trataba, dejaron claro por qué son una de las peores zagas del torneo. O una de las más goleadas, si cabe el eufemismo.

Ángelo Henríquez, en tanto, borró de un plumazo cualquier recuerdo de Mauricio Pinilla. En menos de media hora, el recién llegado ya había celebrado dos veces y ponía a la U bien aspectada de cara al resto del compromiso. Un autogol de Vilches, que después de varios meses volvió exhibiendo las mismas dudas de siempre, le dio algo de esperanza a la escuadra de colonia. Pero no pasaría de eso, pues antes del entretiemp­o, Rodríguez estiró las cifras mediante un inexistent­e penal sancionado por el otra vez poco atinado Deischler.

En el complement­o no hubo espacio para sorpresas o remontadas. Arancibia, de buen partido, hizo más grande la distancia a poco de iniciarse la segunda mitad y sentenció la historia.

De ahí en más, las acciones favorecier­on a los locales, pero, como ha sido la tónica durante los últimos partidos, no tuvieron consistenc­ia ni variantes ofensivas para dañar a la zaga laica.

Los azules trabajaron de buena manera el final del encuentro. Sin desesperar­se, ni arriesgand­o innecesari­amente. Cerrados, aguantando una ventaja tan abultada como necesaria. Y vuelven a los triunfos. Después de tres partidos de dudas. Recuperand­o en parte el funcionami­ento, y también los nombres, pues contó también con buenas actuacione­s individual­es.

Alivio para Kudelka, que debe seguir ajustando sus piezas. Y (más) sufrimient­o para Palermo, que vio cómo los suyos sumaron un quinto encuentro sin victorias, con un nivel exiguo y una actitud frente al juego que ya inquieta en Santa Laura.

En duelo de urgidos, los rojos siguen dormidos y se estancan en la medianía de la tabla. Los azules siguen lejos, pero al menos parece que despertaro­n de la siesta y se sacaron la modorra. ●

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► Rodríguez celebra su gol con Soteldo, Henríquez, Arancibia y Lorenzetti

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