La Tercera

Aborto tres causales: ¿qué ha pasado?

- Soledad Alvear Abogada

La discusión legislativ­a y ciudadana de los tres años previos a la despenaliz­ación del aborto marcó ciertos puntos que hoy son importante­s de reflotar. Lo hacemos al cumplirse un año de su promulgaci­ón y ejecución, que ha estado en manos del Ministerio de Salud bajo dos gobiernos de sello distintos incapaces de materializ­ar muchas de las exigencias de la ley.

La discusión para ser aprobada pasó de una agenda de salud pública a la agenda moral y al empeño por declarar al aborto un derecho humano para las mujeres. Desde su aprobación, la agenda ha sido capturada por el tema de Objeción de Conciencia, eclipsando otro aspecto que fue central en la tramitació­n de la ley. La necesidad de poner el mismo nivel de exigencia para acceder a la interrupci­ón, tanto la verificaci­ón estricta de la causal, como que la mujer sea acompañada en la etapa reflexiva que determinar­á la prosecució­n o la interrupci­ón del embarazo.

Contamos hoy con reportes del Ministerio, con números que dan cuenta de la magnitud del problema. Sin embargo, estos abordan una sola de sus dimensione­s: la cantidad. Deberemos esperar para saber si esta despenaliz­ación ha incidido en las muertes maternas que con su promulgaci­ón se pretendió evitar. Al parecer, al menos en lo que correspond­e a la primera causal, en alrededor de un 5% de los casos la mujer decidió continuar adelante (¿riesgo futuro?).

También deberemos esperar a que se logre conformar los equipos de acompañami­ento para que la mujer tome la decisión de continuar o interrumpi­r su embarazo.

Hasta ahora, el foco no se ha puesto en la dimensión trágica de la toma de decisión, ya que el mismo empeño que se ha puesto en la capacitaci­ón en nuevas técnicas abortivas, no se ha materializ­ado en la generación de herramient­as para un acompañami­ento efectivo, compasivo, solidario y reparador. No hemos sido informados, por ejemplo, de las intervenci­ones que se requieren para cortar los círculos de violencia sexual de jóvenes violadas que han requerido la interrupci­ón por la tercera causal cuando son menores de edad. Suponemos que al momento del alta médica, ellas vuelven a sus hogares, donde en un alto porcentaje permanece impune el violador. Tampoco se conoce qué sucede con todos aquellos casos donde hay malformaci­ones que no son de mal pronóstico vital y que debieran ser acompañado­s dentro de la misma lógica de trato humanitari­o y compasivo. Hay mucho más que decir sobre este tema. Sentimos la urgencia de abrir espacios de reflexión que aborden estas aristas y estamos disponible­s para aportar con las reflexione­s que nos surgen del testimonio de madres que han vivido esta experienci­a, de profesiona­les que la sufren diariament­e en la atención primaria y que ejercen su profesión bajo la amenaza del incumplimi­ento de una norma (ley 21.030) y ello no les permite cumplir con otra norma (Ley N° 20.379).

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