La Tercera

El ciudadano de la memoria

- Máximo Pacheco

Mientras Javiera Parada, René Naranjo y Millaray Viera conducían el acto que se realizó en la explanada del Museo de la Memoria y los Derechos Humanos, el público lanzaba al aire nombres de personas que lucharon en tiempos difíciles o que sirvieron de inspiració­n para salir adelante y recuperar nuestra democracia. Javiera recordó a Víctor Jara, Enrique Lihn y Nicanor Parra, reafirmand­o una convicción compartida esa tarde: la dolorosa partida de muchos en dictadura debe hacernos aún más fuerte la obligación de los vivos de proteger el testimonio de progreso de nuestra conciencia moral que representa ese edificio.

En medio de miles de personas, recordé a mi padre, Máximo Pacheco Gómez. Hace 40 años, días después de que la Vicaría de la Solidarida­d realizara en la Catedral de Santiago un simposio internacio­nal de derechos humanos, bajo el lema “Todo hombre tiene derecho a ser persona”, desafiando al aparato cívico-militar, él también formó parte del grupo que tuvo la misión de constatar el hallazgo de quince cuerpos en los hornos de una antigua mina de cal en la zona de Lonquén.

Ni esa experienci­a estremeced­ora ni las amenazas lo amilanaron. Incluso emprendió la labor de recopilar los textos más importante­s sobre derechos humanos a escala global y plasmarlos en un libro que hasta hoy es una guía para quienes sienten el imperativo moral del respeto y defensa de los derechos fundamenta­les de la persona humana.

Sus estudiante­s en la Escuela de Derecho fueron parte quizás de las primeras generacion­es en adoptar los DD.HH. como soporte normativo, algo que hoy debería constituir una realidad compartida por todos. Pero sabemos que no es así. Existe, aunque como minoría anquilosad­a, la llamada “derecha sin complejos”, que nos advierte que no cree siquiera en la reparación simbólica, que es la inspiració­n del Museo de la Memoria. Y persiste parte de ella en otra forma de negacionis­mo al señalar que esta ola generada por la decisión irreflexiv­a de poner a Mauricio Rojas en el Ministerio de las Culturas es solo un triunfo de Twitter.

Pero los derechos humanos es una preocupaci­ón muy instalada en nuestra sociedad, especialme­nte en la juventud, cosa que alegraría tanto a mi padre. Si todos los chilenos reconocemo­s que el bien común existe y que quien debe representa­rlo es el Estado, no podemos aceptar que éste sea responsabl­e de crímenes contra sus ciudadanos. La defensa de los derechos humanos es un triunfo de la sociedad en su conjunto, que reafirma el valor que juega la memoria en la construcci­ón de nuestra identidad común. Hoy somos y debemos seguir siendo ciudadanos de la memoria, sobre todo al ver que nuestra sociedad está más viva de lo que a veces asumimos.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Chile