La Tercera

Exacta y grandiosa

- Por Héctor Soto Crítico de cine.

Todas las películas de Hong Sang-soo se parecen y, sin embargo, todas son distintas. El eje de su cine es siempre el mismo: la pareja y sus interferen­cias, la pareja y sus desequilib­rios, la pareja y sus dudas, la pareja y sus imposibili­dades. El día después no es una excepción.

Si algún sentido de justicia existiera en estos planos, El día después debería figurar de todos modos entre los tres mejores estrenos de este año. Es difícil sin embargo que eso ocurra. La cinta se muestra solo en una sala, el cine arte Alameda, es una cinta pequeña (blanco y negro, pocos actores, bajo presupuest­o, locaciones mínimas), incluye planos fijos de largas conversaci­ones y a muchos les parecerá que las mujeres coreanas chillan demasiado y que a menudo cuesta distinguir­las. Así y todo, es una película exacta y grandiosa. A quienes tratamos de seguir la carrera de Hong Sang-soo (hasta donde es posible hacerlo por estos lados – claro-, porque su cine no llega al circuito comercial y el cineasta además es muy prolífico) su trabajo nos compra el alma por su belleza, su sencillez, su desaforado lirismo a partir de imágenes simples o de recursos que son mínimos: el plano del rostro de una chica en un taxi, la inesperada entrada de un frase musical de Bach, el pequeño acercamien­to con zoom a un detalle de la toma.

Todas las películas de este realizador coreano de 57 años en la actualidad se parecen y todas son distintas. Como en el caso de Eric Rohmer, el eje de su cine es siempre el mismo: la pareja y sus interferen­cias, la pareja y sus desequilib­rios, la pareja y sus dudas, la pareja y sus imposibili­dades. El día después no es una excepción. El protagonis­ta, que es crítico y dueño de una pequeña editorial, en la escena inicial, es interpelad­o por su esposa a raíz de sospechas de infidelida­d que ella abriga. Él se limita a escucharla y lo que viene después son distintos momentos de su vida, uno con una mujer que parece ser su amante y luego con otra que es una asistenta que está comenzando a trabajar en su editorial. Entremedio se cuela la escena del malentendi­do en que incurre la esposa cuando, al acudir al lugar de trabajo de su marido, confunde a una chica con otra. Al final será el espectador quien deberá reconstrui­r la secuencia cronológic­a de estos momentos cargados de sentimient­o, de pura ansiedad y seducción cuando las relaciones van, de puro fastidio y culpa cuando vienen de vuelta. En Hong Sang-soo las relaciones afectivas siempre son lastimadas por el tiempo y sus desgastes y dejan un saldo de melancolía o tristeza que es casi la marca de fábrica del cine de este discípulo lejano, tardío y providenci­al de la nueva ola francesa, por lo mucho que evoca al cine de Rohmer, de Godard, de Truffaut.

La gran impronta de las películas de Hong Sang-soo está en su frescura y vitalidad. En este aspecto pocos cineastas le compiten. En principio pareciera que en su mundo todo está muy escrito y calculado. Sin embargo, siempre sorprende con detalles inesperado­s y derivas imprevista­s que hablan de la fragilidad del amor, de lo grande que esa palabra suele quedarles a sus personajes, de la fuerza que tiene el deseo cuando se enamoran y de lo mal que lo pasan después, por meterse en relaciones que no cuadran. En este espacio recluido pero de infinitas posibilida­des, donde apenas hay margen para la política o la observació­n social, el cineasta lleva trabajando 22 años que han sido especialme­nte intensos. Hay pocos cineastas más premiados que él en festivales internacio­nales. Y a estas alturas quizás si solo tres o cuatro más que generen tanto entusiasmo e incondicio­nalidad una vez que se logra perforar el núcleo duro de su exigente poética.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Chile