La Tercera

Vivarachos

- Gonzalo Cordero Abogado

La picardía latina es clásica, su expresión literaria en el siglo de oro español fue un agudo cuestionam­iento del poder y el orden social. Pero la picardía devino, entre nosotros, en algo distinto: “la viveza”. Donde el pícaro es agudo, el vivo es basto, pues el pícaro cuestiona la regla, mientras el “vivo” la viola. Los vivos menospreci­an a anglosajon­es y germanos, su ingenuidad los hace presa fácil del engaño, su carácter ordenado y metódico, apegado a las reglas, los hace ver cuadrados.

Pero esos ingenuos y cuadrados son el primer mundo, son más ricos, viven más seguros y nos llevan décadas de adelanto en casi todo, por una razón fundamenta­l: su apego a las normas, las que generalmen­te cumplen con celo y de buena fe, produciend­o sociedades con mayor nivel de confianza, en que las relaciones entre las personas son más fluidas y no se vive a la defensiva. El beneficio social agregado es tan alto que se puede entender incluso como expresión de un nivel evolutivo superior. Nosotros, en cambio, hemos hecho del fraude a las normas, de saltarse la fila, de doblar en la pista que no es para virar, una manera de vivir que nos sume en la desconfian­za y la insegurida­d. No logramos salir del tercer mundo, pero somos vivarachos.

Un diputado de la UDI, al parecer con la simpatía de algunos otros parlamenta­rios oficialist­as, ha declarado que le gusta la acusación constituci­onal contra tres ministros de la Corte Suprema, promovida por sectores de izquierda. Es que -dice él- se trata de jueces más bien “zurdos”, a los que podemos sacar con votos de la oposición y luego los reemplazar­á nuestro gobierno. Movida genial, la viveza del chileno en su máxima expresión.

¿Habrá alguna relación entre la existencia de una justicia independie­nte, con jueces autónomos, capaces de defender los derechos fundamenta­les contra cualquier mayoría electoral transitori­a y el sector político del diputado en cuestión? ¿No fue acaso el Poder Judicial el único refugio que pudieron buscar los agricultor­es, por ejemplo, de la zona que él representa, expoliados por la reforma agraria? Supongamos que el diputado tiene razón y los jueces no han sido justos con los militares. La pregunta pertinente es si eso se resuelve con jueces más independie­ntes o más sometidos a la voluntad del poder político.

Un juez no puede ser acusado políticame­nte por sus fallos; allí se juega la libertad individual en cualquier sociedad, aunque eso no es problema de la izquierda, por eso acusa jueces y hostiga regularmen­te al Tribunal Constituci­onal. Pero, parece creer el diputado UDI, qué importa una avivada y validarle su procedimie­nto a la izquierda, aunque eso signifique vender la soga con la que él mismo será ahorcado.

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