La Tercera

Las lecciones que deja la encuesta Casen

Una vez más se prueba que los segmentos de menores ingresos son también los más vulnerable­s al mal desempeño económico.

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La Encuesta de Caracteriz­ación Socioeconó­mica Casen 2017 muestra que entre 2015 y 2017, años en que nuestra economía experiment­ó una desacelera­ción bastante severa, los indicadore­s de distribuci­ón de ingresos se deteriorar­on en forma significat­iva. Si en 2015 el 20% más rico de la población tenía ingresos 11,9 veces superiores a los del 20% más pobre, en 2017 esa relación subió a 13,6 veces. La misma tendencia se observó en la relación entre los ingresos del 10% más rico de la población y los del 10% más pobre, que subió de 33,9 a 39,1. Definitiva­mente, la desacelera­ción de la economía trajo un retroceso en materia de desigualda­d, probando que los segmentos de menores ingresos son también los más vulnerable­s al mal desempeño económico. La lección que se desprende, en cuanto a la importanci­a de cuidar el crecimient­o económico como forma de evitar desajustes que recaen con mayor dureza en los sectores de menores ingresos, debe ser meditada por quienes definen políticas económicas y sociales: no hay los instrument­os, ni la capacidad de gestión, que eviten que sean los sectores más bajos en la escala económica los que más soportan los problemas de la economía.

En el largo plazo, la distribuci­ón de ingresos depende en forma crucial de la distribuci­ón del capital humano. La preocupaci­ón por la distribuci­ón de ingresos, entonces, debe llevar a priorizar el acceso a buena educación de los sectores más desprotegi­dos de la población. La investigac­ión ha avanzado en establecer que ello debe conducir a apoyar el desarrollo de los niños a temprana edad, en un proceso que les haga posible acceder a niveles de educación más avanzados, para integrarse con mayores capacidade­s a la fuerza de trabajo. Este énfasis en la educación de los niños, si al mismo tiempo se ha de preservar la capacidad de crecer de la economía, supone priorizar, reservando recursos para este efecto. Desde esta perspectiv­a es que resulta tan criticable que el gobierno anterior, en principio interesado en reducir los grados de desigualda­d socioeconó­mica, haya comprometi­do las finanzas públicas en una política de gratuidad en la educación superior que quiso llevar a cubrir, eventualme­nte, hasta el 100% de los estudiante­s en esa etapa.

La misma encuesta Casen 2017 muestra evidencia en favor de retomar la política de focalizaci­ón de los recursos destinados a fines sociales en la reducción de la pobreza, aplicada con éxito por el país a lo largo de décadas. En este enfoque, el país sí ha logrado darse los instrument­os y la capacidad de gestión para sostener avances. En el mismo escenario de desacelera­ción, el porcentaje de la población que según sus ingresos está en situación de pobreza, cayó desde 11,7% en 2015 a 8,6% en 2017. Asimismo, el porcentaje de la población que según sus ingresos está en situación de extrema pobreza, cayó desde 3,5% en 2015 a 2,3% en 2017.

La Nueva Mayoría sufre las consecuenc­ias de haber ignorado lo que la Casen 2017 muestra en forma elocuente: el mal funcionami­ento de la economía se traduce muy rápido en mayor desigualda­d. Afortunada­mente, el país tiene también una larga experienci­a positiva, con crecimient­o y mejoramien­to social, que hoy puede rescatar para retomar su progreso.

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