La Tercera

El contexto y la defensa de los derechos humanos

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Los sectores ligados a la izquierda política de nuestro país han reivindica­do con especial fuerza al Museo de la Memoria, no solo como un crudo testimonio de lo que fue la violación de los derechos humanos en un período de nuestra historia, sino porque con ello también se busca relevar el compromiso de que la defensa de las garantías fundamenta­les no puede quedar sujeta a contexto alguno.

Este principio ético se ve, sin embargo, profundame­nte contrariad­o cuando determinad­os sectores de la propia izquierda relativiza­n las violacione­s a los derechos humanos según sus preferenci­as ideológica­s. Ha sido el caso de distintos personeros del Frente Amplio y el Partido Comunista, que insisten en defender a los regímenes de Venezuela y Nicaragua, evitando una condena expresa, a pesar de que distintos organismos internacio­nales han documentad­o fundadamen­te el asesinato de disidentes, torturas y padecimien­tos humanitari­os producto del colapso al que estos países han sido arrastrado­s por estos gobiernos.

Los defensores de dichos regímenes privilegia­n el principio de la no intervenci­ón y autodeterm­inación de los pueblos por sobre la defensa de los derechos humanos, desconocie­ndo que el deterioro institucio­nal hace inviable que puedan operar los mecanismos democrátic­os. Esta ciega defensa de regímenes ideológica­mente afines no es otra cosa que poner “contexto” a la violación de los derechos humanos, lo que supone una contradicc­ión flagrante con lo que supuestame­nte se dice defender. Una de las lecciones que con especial dureza ha aprendido el país es que la defensa de los derechos humanos no puede quedar condiciona­da a las circunstan­cias, sino que debe ser permanente y sin distingos.

No debería sorprender que el Partido Comunista incurra en la flagrante contradicc­ión de hacer una férrea defensa interna de los DDHH, pero en paralelo preste sustento a regímenes que los violan. En cambio, llama la atención que una fuerza emergente como el Frente Amplio haya sido incapaz de consensuar una línea divisoria, y parte de sus agrupacion­es se nieguen a condenar estos regímenes. Esta desconcert­ante dicotomía ha vuelto a quedar de manifiesto a raíz de las fuertes críticas que desde su propio sector recibió el diputado autonomist­a Gabriel Boric tras su emplazamie­nto para condenar las violacione­s a los DDHH en Venezuela, Nicaragua y Cuba. Por el bien del país, estas contradicc­iones deberían ser superadas.

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