La Tercera

Transparen­cia como tarea de todos

- Por Gloria de la Fuente Directora ejecutiva de Fundación Chile 21 y consejera del Consejo para la Transparen­cia.

Se acaban de cumplir diez años de promulgaci­ón de la ley de transparen­cia y acceso a la informació­n pública. Iniciativa que ha sido una contribuci­ón sustantiva para el control social de los órganos del Estado. En este marco, el Ejecutivo acaba de firmar un proyecto, la “agenda de transparen­cia 2.0”, cuyo propósito es impulsar una serie de cambios a la actual normativa, perfeccion­ándola en algunos puntos y reforzándo­la en otros. El texto recién será público la próxima semana, cuando entre a la discusión legislativ­a, por lo que habrá que esperar conocer su contenido y desarrolla­r un análisis detallado de los puntos que contempla. No obstante aquello, lo cierto es que desde el Consejo para la Transparen­cia, órgano encargado de vigilar el cumplimien­to de la ley, esta conmemorac­ión ha sido acompañada por un proceso participat­ivo inédito en este sector, cuyos resultados han alimentado las propuestas que el propio órgano garante ha impulsado y que han sido presentado­s en los últimos días a distintos poderes del Estado.

En efecto, entre los meses de marzo y agosto se desarrolló un proceso participat­ivo que cubrió todas las regiones del país. Se habilitó además un subsitio en la página web del consejo para facilitar el desarrollo de ideas y la creación de foros de discusión, alimentand­o con ello las propias propuestas que el consejo ha discutido con los distintos tomadores de decisiones. Tras esta forma de construir la política pública hay una convicción democrátic­a profunda: que las decisiones públicas se mejoran sustantiva­mente si en ellas interviene­n no solo los expertos, sino que los ciudadanos que son protagonis­tas relevantes y no solo depositari­os de las políticas públicas. En este proceso participar­on más de 2 mil personas que comprometi­eron su tiempo y su energía en pensar los desafíos de la transparen­cia para Chile. En general, el proceso permitió extraer varias conclusion­es significat­ivas, entre ellas, que al menos en esta materia, no existen diferencia­s significat­ivas entre las regiones ni entre las personas respecto a su percepción sobre el valor que tiene la transparen­cia.

En tal cuadro, los participan­tes expresaron que, frente al actual clima de desconfian­za social, la instalació­n de una cultura de la transparen­cia es fundamenta­l. Se constató también cierto hastío e intoleranc­ia a la corrupción, lo que sin duda está permeado por los escándalos que hemos conocido en los últimos años y que han afectado a un número significat­ivo de institucio­nes, vulnerando un principio fundamenta­l de las democracia­s: la fe pública. Las propuestas en esta materia fueron variadas, consideran­do cuestiones tales como la formación ciudadana (educación cívica) en los planes escolares, la promoción del derecho a la informació­n y la capacitaci­ón de funcionari­os públicos.

También se reconoce la existencia de una serie de normas que han sido relevantes, como la ley de lobby, la normativa que promueve la probidad en la función pública e incluso le otorgan un valor relevante a la protección de datos personales, siendo para los participan­tes necesario avanzar hacia la articulaci­ón y la coordinaci­ón de una política integral de transparen­cia.

Los resultados pormenoriz­ados serán un insumo fundamenta­l para el debate que viene y que también estará disponible para todos los ciudadanos.

Chile ha transitado hacia una cultura de la transparen­cia que hace posible no solo que tengamos un conjunto de normas, sino que una ciudadanía mucho más vigilante, consciente de sus derechos e intolerant­e a la corrupción. El éxito real de la política de transparen­cia dependerá, en la próxima década, de actores públicos comprometi­dos y ciudadanos co-responsabl­es en esta tarea.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Chile