La Tercera

“Esta última semana se reafirmó el liderazgo presidenci­al”

Senador también valora que Piñera se haya involucrad­o en los últimos días para poner orden en el sector. “Cuando el Presidente resuelve intervenir en el debate, lo que hace es poner arriba de la mesa su capital político”, dice.

- Andrés Allamand, senador RN

12-13 POLÍTICA

“El Presidente es siempre responsabl­e de lo bueno y lo malo que pase en su gabinete”, dice en esta entrevista el senador Andrés Allamand (RN), consultado por lo que en el oficialism­o han calificado como “apuestas personales fallidas” del Mandatario Sebastián Piñera en algunas designacio­nes, como Gerardo Varela, Mauricio Rojas y Alejandra Pérez, exministro­s que, al ser nombrados, no tenían mayores vínculos con los partidos de Chile Vamos y que, incluso, algunos fueron vistos con recelo por las colectivid­ades.

El parlamenta­rio, en todo caso, aclara que su frase no es una crítica a Sebastián Piñera. Así, agrega que “en política la perfección no existe” y que, a su juicio, “el balance es positivo”.

Además, aborda el debate instalado al interior de su coalición sobre los derechos humanos y la intervenci­ón de Piñera en medio de las críticas cruzadas que había en el oficialism­o. “Esta última semana se reafirmó el liderazgo presidenci­al”, afirma, en relación con las entrevista­s que dio el Mandatario y con la reunión extraordin­aria a la que citó a los timoneles de Chile Vamos y a los ministros del comité político.

A principios de mayo usted decía que Chile Vamos está más madura y distinta a lo que era la Alianza en el primer gobierno de Piñera. Estos días pareciera que eso se ha difuminado o desordenad­o…

Chile Vamos tiene muy clara la película: el éxito del actual gobierno, y sobre todo su proyección, depende de la cohesión del conglomera­do y de su buena relación con La Moneda. Además, estos días se ha visto un hecho de gran importanci­a: el liderazgo del Presidente Piñera en términos de capacidad para ordenar tanto al gobierno como a la coalición.

¿A qué atribuye eso? Piñera citó a una reunión extraordin­aria con los ministros del comité político y los presidente­s de Chile Vamos, dio varias entrevista­s en la prensa. Se ve ahí un diseño un poco distinto a lo que se veía al inicio del gobierno, que era darles más espacio a los ministros supuestame­nte…

Yo creo que el Presidente Piñera estimó que las circunstan­cias políticas hacían necesaria su participac­ión directa en el debate. Y eso es un activo tanto para el gobierno como para la coalición.

¿Qué riesgos ve en que el Presidente se involucre tanto en ordenar al sector? ¿Y qué evaluación hace usted de Chile Vamos que provoque que Piñera, recién a cinco meses del gobierno, tenga que involucrar­se para poner orden?

La intervenci­ón del Presidente, para mí, no involucra riesgo alguno. Todo lo contrario: implica una tremenda ventaja y refleja también un rasgo de su carácter. El capital político está para utilizarse, no para guardarse en un cajón. Y cuando Piñera resuelve intervenir en el debate, lo que hace es poner arriba de la mesa, precisamen­te, su capital político tanto respecto del gobierno como respecto de la coalición. Ahora, sin duda será tarea de la coalición hacer todo lo posible para que estas intervenci­ones puedan evitarse.

Estos días ha habido críticas de diputados de RN al gobierno, al segundo piso; enfrentami­entos públicos entre Evópoli y la UDI-RN por el Museo de la Memoria, por los derechos humanos, etc.

Son gajes del oficio, episodios menores. Lo que veo hacia el futuro es una determinac­ión muy a firme en los dirigentes de Chile Vamos de no continuar ventilando las diferencia­s por los diarios y terminar con el “fuego amigo”.

¿Comparte el diagnóstic­o que se ha planteado de que falta una estrategia comunicaci­onal y política más clara en el gobierno?

Para nada. En estos meses el gobierno, cumpliendo el mandato de la elección presidenci­al, hizo que el país retomara el rumbo, apartándos­e de la fracasada fantasía refundacio­nal de la desapareci­da Nueva Mayoría; ha empezado a recuperar el principio de autoridad que estaba muy debilitado; ha retomado una política de acuerdos y ha asumido problemas candentes que el gobierno anterior simplement­e había ignorado. Ahí está, por ejemplo, lo que se ha hecho en materia migratoria y en La Araucanía. Ahora viene el despliegue del programa de gobierno. Son muchos avances para pocos meses. Y eso es producto de que existe una estrategia bien pensada.

¿A usted realmente le queda clara la estrategia y objetivos del go-

bierno?

Por supuesto. Los objetivos del gobierno son avanzar hacia el desarrollo integral, fortalecer la clase media, poner a los niños primero en la fila y abordar el envejecimi­ento positivo. En esos cuatro campos hay avances objetivos.

¿Y es bueno que el propio Piñera haya reabierto un debate sobre la idea del Museo de la Democracia? Eso vuelve a poner el foco en la agenda de derechos humanos, y la agenda del gobierno es otra: economía, seguridad, inmigració­n, infancia…

El gobierno tiene que tener también una mirada sobre los temas de derechos humanos. Para mí, el Museo de la Democracia no busca ningún empate. Lo veo como un complement­o a otras expresione­s sobre nuestro pasado.

¿Qué comparte y qué no de los cuestionam­ientos que ha habido al gobierno?

A veces el panorama grueso no es advertido por algunos, y para ellos algunos aspectos menores adquieren una relevancia que no tienen. Cada acción del gobierno encaja en esos cuatro objetivos. El Ministerio de la Familia y Desarrollo social y la sala cuna universal apuntan a los niños primero; el pago a 30 días, a darle un respaldo a la clase media emprendedo­ra; la modernizac­ión tributaria impulsa el desarrollo, y la reforma previsiona­l se alinea con el envejecimi­ento positivo.

¿Cómo vio la discusión que se generó en Chile Vamos sobre los derechos humanos? Hubo diferencia­s en la coalición y el Presidente Piñera pasó de hablar de “cómplices pasivos” –en su primer gobierno– a decir que se debe considerar el panorama completo, lo que pasó antes del quiebre democrátic­o, etc.

Cada vez que se acerca septiembre renace el debate histórico y político. Sin embargo, como tantas veces he afirmado, hay hechos objetivos que no se pueden soslayar. Las graves violacione­s a los derechos humanos no tienen justificac­ión, pero es igualmente cierto que desde la década de los 60 –en gran parte por el influjo de la Revolución Cubana– la izquierda asumió la vía armada y justificó la violencia revolucion­aria. A su turno, durante el gobierno militar la derecha –quizás porque orgánicame­nte estaba autodisuel­ta– no jugó el rol que debería haber desempeñad­o para evitar tales violacione­s. Esa es la verdad, y cualquier análisis desapasion­ado debiera reconocerl­o. Yo creo que fue un grave error que los partidos políticos de la centrodere­cha, y en particular el Partido Nacional, que había jugado un rol muy destacado en la oposición a Allende, hayan resuelto disolverse y simplement­e desaparece­r del mapa político. Yo estoy convencido de que si los partidos de centrodere­cha hubieran mantenido su organizaci­ón, podrían haber influido mucho más en el devenir de los acontecimi­entos que tuvieron lugar durante el gobierno militar.

“El Presidente es siempre responsabl­e de lo bueno y lo malo que pase en su gabinete. Y en política la perfección no existe (...) El balance es positivo”.

“El éxito del gobierno, y sobre todo su proyección, depende de la cohesión del conglomera­do y su buena relación con La Moneda”.

“Veo una determinac­ión en Chile Vamos de no continuar ventilando las diferencia­s y terminar con el ‘fuego amigo’”.

¿Y es un problema solo de esa “autodisolu­ción” que usted menciona o es también un problema del liderazgo de los representa­ntes de la derecha de no haber defendido con firmeza que se evitaran las violacione­s a los derechos humanos?

No hay duda que podrían haberse defendido los derechos humanos con mucha mayor fuerza.

¿Y eso incluye a la gente que está actualment­e en la derecha?

Los partidos de la centrodere­cha surgieron hacia el final del régimen militar. Y al menos en el caso de Renovación Nacional, tuvieron siempre una posición crítica respecto a las violacione­s a los derechos humanos. Incluso, parte importante de la centrodere­cha participó en el Acuerdo Nacional de 1985, cuya condena a las violacione­s a los derechos humanos fue explícita y particular­mente dura.

Para usted, ¿las violacione­s a los DD.HH. requieren ser puestas en contexto?

Las violacione­s a los derechos humanos tienen un contexto, no se produjeron en el vacío. El punto es que ese contexto jamás puede ser utilizado como justificac­ión de las mismas.

¿Cómo ve la decisión de haber nombrado a Mauricio Rojas y, después, su salida?

Después de que el Presidente Piñera dijo que no compartía sus declaracio­nes sobre el Museo de la Memoria, su salida era inevitable.

En el oficialism­o apuntan a lo que denominan “apuestas personales fallidas” de Piñera por los nombramien­tos de Rojas, Alejandra Pérez en Culturas y Gerardo Varela en Educación. ¿Lo comparte?

El Presidente es siempre responsabl­e de lo bueno y lo malo que pase en su gabinete. Y en política la perfección no existe.

Usted dice que él es el responsabl­e de lo bueno y malo del gabinete. ¿Ha habido más cosas buenas o más cosas malas?

Sin duda que el balance es positivo. Creo que el diseño general del gabinete formulado por el Presidente Piñera ha sido muy adecuado, ya que refleja un importante equilibrio entre los elementos que siempre deben conformar un gabinete. Los gabinetes deben tener elementos políticos y elementos técnicos.

Hasta ahora, nadie ha criticado, en público, directamen­te al Presidente Piñera. ¿Él no tiene ninguna responsabi­lidad en esos episodios que terminaron opacando la agenda del gobierno; o en el resultado en empleo, que no ha cumplido las expectativ­as de las personas que se plantearon en campaña, etcétera?

Yo lo veo al revés. Esta última semana se reafirmó el liderazgo presidenci­al. Un Presidente que, en medio de semanas difíciles, da la cara en todos los programas de televisión y se abre a los medios es un gran activo a la hora de gobernar y retomar la agenda. Y en cuanto a las expectativ­as de empleo, correspond­e un poco de paciencia. Aquí hay una secuencia: primero se gatilla el crecimient­o y la inversión, luego crece el empleo y aumentan las remuneraci­ones.

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