La Tercera

“El gobierno ha logrado generar un mejor ambiente de expectativ­as”

- Sebastián Claro, economista

6-8 PULSO

En los tiempos que corren, lo usual es decepciona­rse de los políticos, más todavía cuando se trata de los miembros del Congreso. En efecto, los diputados y senadores son los personajes peor evaluados por los ciudadanos, lugar y reproche que la mayoría de las veces han ganado por sus propios deméritos. Y por eso que satisface encontrase con gestos y testimonio­s que dan cuenta de una firme convicción moral y política; es decir, aquella que no se ciñe a lo que resulta adecuado al interior de la comunidad de referencia, por la cual se pagan costos, e incluso te aísla de quienes piensan diferente o no han tenido el mismo coraje.

Fue el caso de Gabriel Boric, un líder de la izquierda y de los personajes mejor evaluados por los ciudadanos, quien se atrevió a decir que su sector político no debía continuar con el doble estándar en la defensa de los derechos humanos; y que no se podía seguir guardando silencio frente a los que ocurría en Venezuela, Nicaragua, Cuba o China. Y aunque esta afirmación parezca obvia para muchos, la verdad es que no lo es.

No lo es, porque una sector importante de la izquierda en Chile, como también de la derecha, han tenido respecto de esta materia un discurso y comportami­ento tan inmoral como políticame­nte servil. Se levanta la voz para condenar las restriccio­nes a los derechos fundamenta­les de aquellos regímenes que ven como adversario­s, pero callan, relativiza­n y contextual­izan las restriccio­nes a la libertad, cuando se trata de sus aliados.

No lo es, porque incluso reconocien­do que se trata de un tema controvert­ido, son muchos los que subordinan la defensa de los principios democrátic­os –suponiendo que los tienen- a considerac­iones tácticas menores, como la supuesta unidad del sector o para no favorecer las posiciones de sus adversario­s. Las críticas que hicieron Tellier, Jadue y otros líderes de la izquierda, son un buen ejemplo de lo anterior.

No lo es, porque somos presa de la tiranía de lo políticame­nte correcto, donde rara vez estamos dispuestos a defraudar las expectativ­as de la galería por decir nuestras verdades y actuar de manera consecuent­e con ellas, donde nadie quiere enemistars­e con sus propios pares, especialme­nte ahí donde se confunde disentir con traicionar, y cuando los reyes del respeto y la tolerancia no trepidan en fusilar a sus propios pares, aunque sea para seguir enarboland­o el eslogan y el panfleto.

Y pese a todo, no debería sorprender­me. Desde la forma en que fue elegido diputado por primera vez, pasando por los continuos actos de libertad que le hemos visto durante estos cinco años de vida pública, comienza a extenderse una idea sobre Boric: podremos estar o no de acuerdo con él, pero se trata de un huevón de verdad.

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