La tragedia de Ciudadanos
¿Qué pasó? Es la pregunta que me hago una y otra vez. No tengo respuesta, solo preguntas. ¿Hubo efectivamente suplantación de identidad en la última elección? ¿Se pueden anular votos durante el proceso de votación sin un debido proceso que pruebe su ilegitimidad? ¿Cómo se pueden explicar las anomalías que presenta un número importante de votos? ¿Corresponde anular estos votos, si algunos de los militantes cuyos votos están siendo objetados dicen haber votado en consciencia? ¿Qué falló en nuestra institucionalidad que no ha podido hacerse cargo de esta situación? ¿Puede una persona que no es militante del partido ser parte de nuestro tribunal supremo? ¿Puede un miembro de un tribunal supremo delegar su voto por email a otro miembro del tribunal? ¿Cómo una persona, que no es militante del partido, pudo tener acceso a información confidencial, a saber: la lista de militantes que votó y sus datos personales? ¿No es acaso ilegal publicar esta información que contiene datos privados en las redes sociales? ¿Por qué algunos militantes saben los nombres de los militantes cuyos votos están siendo objetados? ¿No debería esta información ser secreta y tenerla solo la empresa contratada para la votación y el tribunal supremo? ¿Por qué más del 90 por ciento de nuestros militantes no sabe que está inscrito en el partido?
Tengo fe en que el partido podrá aclarar estas dudas, dado que cuenta con todos los datos necesarios (teléfono y dirección) para ubicar a los militantes cuyos votos están siendo cuestionados, y averiguar si votaron en consciencia o su identidad fue suplantada. También confío en que el Tribunal Calificador de Elecciones zanje la disputa de nuestro tribunal supremo y sepamos qué miembros han actuado de mala fe. Aclarar esta situación resulta fundamental, pues la búsqueda de la verdad nos permitirá hacer justicia.
Pero hay algo que la verdad no va a reparar, y es el daño que se ha causado a nuestro partido. El partido Ciudadanos Somos Todos se hundió. La causa de su hundimiento no es el supuesto fraude electoral, sino la incapacidad del partido por conducir este proceso. En todo este escándalo bochornoso no se ha respetado el debido proceso. Pues más allá de las opiniones que cada lista o militante tenga de lo ocurrido, lo que corresponde en un Estado de derecho es entregar todos los antecedentes a las instancias partidarias correspondientes, que son las encargadas de hacer las investigaciones necesarias y fallar de acuerdo con las normas vigentes. No basta con acusar a alguien de ladrón para meterlo a la cárcel, sino que un Estado de derecho exige que sea un tribunal el que determine la culpabilidad o inocencia del acusado a través de un debido proceso. Pero algunos en nuestro partido han querido saltarse el debido proceso e imponer por la fuerza sus puntos de vista, sin entender que son parte interesada.
Tengo la convicción de que todos los militantes comprometidos con nuestro partido son personas bien intencionadas que entraron a la política porque les importa Chile, tienen vocación pública y quieren aportar desde el ala liberal a construir un mejor país. En estas semanas de campaña vi la mística de tantos trabajando en todo Chile para movilizar a los militantes a participar en esta elección. Estoy segura de que la mística que vi en mi lista también estuvo presente en las otras dos listas. ¿Cómo pudimos perder todo esto? ¿Cómo las diferencias personales nos llevaron a destruir este partido y a tratarnos tan mal entre nosotros? Después de la rabia y el enojo que he sentido, hoy tengo pena porque se destruyó un proyecto bonito, honesto, generoso, que no supimos cuidar. La maldita naturaleza humana nos pasó la cuenta. En las tragedias nadie gana, todos pierden; y aquí, más allá de los resultados electorales, más allá de los resultados de las investigaciones, perdimos todos.