“El sistema escolar es reproductor de las élites”
Carlos Peña, rector de la UDP
Abogado sostiene que el sistema escolar es un mecanismo donde “se reproducen las élites”. Y que en la cúspide de la pirámide social que ellas representan no existe la movilidad.
El rector de la Universidad Diego Portales, Carlos Peña, fijó de entrada un conjunto de preguntas que servirían de guía para su exposición sobre el poder y las élites. La última de ellas -que concentraría buena parte de su alocución- apuntaba a despejar cuáles son las relaciones que median entre la meritocracia y las élites. “Si es que alguna relación es posible advertir allí”, planteó el abogado.
Sin papeles o apuntes de referencia, el académico transitó desde referencias a Platón hasta el sociólogo Wilfredo Pareto para abordar el tema planteado por el seminario.
“La palabra élite tiene dos sentidos distintos que, sin embargo, suelen confundirse: suele usarse para aludir a ese puñado de personas o individuos que ejercitan con excelencia cualquier actividad humana, pero por otra parte se usa la misma palabra para aludir a una minoría consistente que se autoatribuye la riqueza, el prestigio y la virtud”, subrayó Peña.
En cerca de media hora de exposición, Peña dejó varias frases provocadoras.
Citando a Pareto, subrayó que “en el origen de toda élite siempre hay un nuevo rico”. Y profundizó señalando que según dicho autor, las sociedades tienen una forma piramidal, con “una amplia base y una muy estrecha cúspide”.
“Hay gran movilidad al interior de la pirámide, con un detalle: la movilidad social suele no coincidir con el cambio en la cúspide. Casi siempre suele permanecer incólume”, sentenció Peña, agregando que si bien se incorporaba a nuevos miembros, “lo que más bien uno observa en las élites son estrategias de clausura y contención”.
“Las élites suelen aferrarse a esa condición, y desgraciadamente -observa Pareto, cuando la cooptación no funciona de manera suficientemente dinámica, es decir cuando la élite en vez de incorporar nuevos miembros talentosos se vuelve endogámica, se entontece, se pone torpe, autorreferente, estúpida. Por eso dice Pareto que la historia al final parece un cementerio de élites o de aristocracia”, reflexionó luego.
El rector de la UDP luego afirmó que las élites tienen una monopolización del capital cultural, económico y social. Así, planteó, habrían existido razones más sociológicas que valóricas, por ejemplo, para mantener el matrimonio y el divorcio. “Por eso, una de las formas de incorporarse a las élites es el matrimonio”, dijo. “Por supuesto, el amor también”, sostuvo, luego, entre las risas de los presentes.
“Las élites en una sociedad moderna, en la sociedad capitalista, que para estos efectos son prácticamente sinónimos, viven en una gigantesca contradicción cultural. Porque las sociedades modernas son sociedades democráticas (...). En las sociedades modernas los seres humanos nos concedemos recíprocamente la condición de iguales y, en consecuencia, la pregunta salta de inmediato. Si efectivamente somos iguales, ¿qué podría explicar entonces que parezca justo que algunos monopolicen recursos valiosos, como el modelo y el prestigio de la virtud, los nieguen a la mayoría y merced a esos recursos logren dominarla?”, reflexionó el académico.
“¿Cuál es la fuente del poder de la élite? ¿Cuál es el factor sobre el cual la élite se elige? Siendo la sociedad moderna tan funcionalmente diferenciada... Esta contradicción cultural y el hecho de diferenciación funcional hacen que las élites sean en la sociedad contemporánea un fenómeno a la vez irritante, porque riñe con el ideal democrático, e inexplicable, porque las fuentes de las élites parecieran ser muy diversas”, añadió.
Un punto adicional que abordó fue el sistema de colegios y universidades en Chile, señalando que “si hay un mecanismo donde se reproducen las élites son el sistema escolar”.
“Y lo que digo del sistema escolar cabría decirlo también de las universidades, porque la gratuidad universitaria no cambia el proceso de formación de las élites en Chile”, sostuvo luego.
Peña cerró hablando que la idea de meritocracia en Chile era una “mentira noble”. “El problema, creo yo, es que las nuevas generaciones ya no creen esa mentira”, fue su síntesis.