“La clase ya no es un factor que condiciona la existencia”
Lucía Santa Cruz, historiadora
La académica sostuvo que la élite tradicional en Chile fue reemplazada por una con nuevos integrantes que son fruto del premio al esfuerzo, al mérito y a la capacidad.
Tras la presentación del columnista de La Tercera Héctor Soto, donde sostuvo que pocas personas como ella podían “mezclar tan bien la inteligencia con el encanto”, apareció sobre el escenario Lucía Santa Cruz. “Esa presentación pareció casi un obituario”, dijo la historiadora, provocando risas entre los asistentes al seminario de aniversario de este medio. También confesó que pidió hablar antes de Carlos Peña por el “anticlímax” que se generaría tras la exposición del académico, repitiendo las carcajadas entre los invitados.
No obstante, luego de ese coloquial inicio, Santa Cruz entró a lo suyo, enfocando su exposición en los cambios experimentados en la estructura de poder de la sociedad chilena.
La historiadora planteó que ha habido modificaciones en la élite chilena por el crecimiento económico, los cambios en las condiciones materiales de vida y por la introducción de una economía de mercado. Así surge, según Santa Cruz, “el concepto de que el mérito y no la adscripción, no el lugar de origen, determinará los honores, el estatus, el poder, las prerrogativas y la riqueza material”.
Así, una de las primeras mujeres en entrar a los directorios del mundo corporativo aseguró que hoy existe “una élite más amplia, más diversa y más vinculada a los logros que a las posiciones heredadas”.
“La clase ya no es un factor persistente que condiciona la existencia”, planteó Santa Cruz, añadiendo que en las últimas décadas se había avanzado desde un país con amplios números de pobreza a ser “un país de clases medias”.
Santa Cruz expuso que durante buena parte de su historia, Chile fue “una sociedad segregada y excluyente, rígida y poco permeable”, y que la movilidad social empezó a surgir desde las instituciones del Estado.
“La modernización y la implantación de una economía abierta han producido una transformación profunda”, afirmó la historiadora, exponiendo que Chile pasó a ser una sociedad más moderna, en la que “predomina un sistema de premios al esfuerzo, al mérito y a la capacidad”, y donde “la composición de los diversos grupos está en permanente flujo”.
“Obviamente, los criterios de nacimiento ya no son funcionales (…). La élite tradicional ha sido entonces reemplazada por otra, en la cual se incluyen nuevos reclutas de distintos orígenes que representan una colección variada de empleadores, ejecutivos, empresarios, celebridades, representantes de los medios de comunicación, de las artes, la política, administradores, profesionales, entre los cuales las colecciones sociales se han debilitado y entre los cuales hay mucho menos acuerdo y confianza respecto de los símbolos de la superioridad social”, agregó.
Santa Cruz dedicó la segunda parte de su exposición a hablar sobre la situación de las mujeres y el poder.
Sostuvo que “tal vez se ha gastado demasiado tiempo en denunciar las continuidades obvias: menos mujeres que hombres en la fuerza laboral, salarios inferiores, menor participación en ciertas áreas, como la política, como asimismo ausencia relativa en ciertos niveles de decisión en las empresas”, y sostuvo que más importante que eso es “lo que ha cambiado y que ha alterado radicalmente la relación de poder entre el hombre y las mujeres”. Allí, señaló que “ha sido la revolución del crecimiento económico, la ciencia y la tecnología” las que han permitido cambios radicales en el rol de las mujeres en la sociedad, modificando las tareas que tradicionalmente se les asignaban.
“Hay una asimetría de poder inaceptable y dolorosa que persiste”, señaló al hablar de la pobreza, que tiene “un núcleo duro de transmisión intergeneracional”. Además, planteó que existe una deuda sobre las posibilidades de movilidad social.
Como mirada final, Santa Cruz afirmó que en Chile está pendiente “la profunda reflexión que debe hacer el país sobre qué debemos enseñar en el siglo XXI, cómo debemos hacerlo, cómo hay que formar a los profesores y otros temas que han estado luminosamente ausentes del debate. Solo así podremos alcanzar una mejor distribución del poder”, cerró la historiadora. ●