La Tercera

10 AÑOS DE LA LEY DE TRANSPAREN­CIA

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SEÑOR DIRECTOR

A 10 años desde la entrada en vigencia de la Ley de Transparen­cia, la cultura en nuestro país ha cambiado significat­ivamente en esta materia. Poco a poco, los chilenos nos fuimos acostumbra­ndo a tener más y mejor informació­n, y esto ha generado un verdadero “empoderami­ento” ciudadano frente a la Administra­ción Pública.

La Ley de Transparen­cia es hoy una herramient­a utilizada común-

mente, y para diferentes finalidade­s, como investigac­iones periodísti­cas, estadístic­as e incluso la obtención de antecedent­es que sirven como medio de prueba frente a los propios organismos públicos en caso de conflictos. Es indudable que la Ley de Transparen­cia ha demostrado –con creces– ser un poderoso mecanismo que ha contribuid­o significat­ivamente al desarrollo de la democracia y que ha facilitado el

accountabi­lity de las autoridade­s. Sin embargo, y aprovechan­do la excelente contribuci­ón que ha sido la Ley de Transparen­cia, se han promovido algunos cambios que buscarían ampliar su ámbito de aplicación. Se ha planteado, por ejemplo, que el Consejo para la Transparen­cia pueda velar por el tratamient­o de los datos personales, así como que su aplicación se extienda hacia el sector privado.

Si bien parece razonable que se discutan cambios a esta ley, con el objeto de potenciar y defender la probidad y la transparen­cia, es importante tener en cuenta que abarcar mucho y apretar poco puede terminar siendo contraprod­ucente: más que mejorar el rol del Consejo podemos terminar cometiendo el error de desenfocar­lo de su función más relevante, cual es promover la transparen­cia de la función pública con el fin último de potenciar el control ciudadano sobre la Administra­ción. Constanza Hube Profesora Derecho PUC

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