La Tercera

Escobar: “Lo tributario no es una panacea para todo”

Dice que “en un gobierno de derecha el crecimient­o económico es un ‘desde’, y no genera adhesión ni afecto”. Y agrega que esta administra­ción no tiene un libreto o una hoja de ruta que se perciba con claridad.

- Eugenio Tironi Sociólogo y exdirector de la Secom: Alberto Labra

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¿Qué evaluación hace del gobierno en los primeros seis meses?

Yo no tengo organizada­s mis ideas en términos de qué es lo que es este gobierno. Mi primera tentación es decir que esto es un problema mío. O sea, yo no logro tener una idea estructura­da respecto de lo que es este gobierno, pero a lo mejor no es problema mío y es un problema del gobierno, que no proyecta una figura, una personalid­ad, un carácter, que uno lo pueda identifica­r con nitidez.

¿Qué es lo que no se ve de este gobierno? ¿Es una ausencia de diseño político, comunicaci­onal, de objetivos?

Este gobierno tiene un problema: no está siendo evaluado en función de lo que fueron los gobiernos clásicos, digamos, del pasado, sino que está siendo evaluado en comparació­n al gobierno de Bachelet. Y el gobierno de Bachelet fue, dentro de todo, muy estructura­do. Estaba claro lo que quería, estaba claro a qué apuntaba, estaba claro cómo lo iba a conseguir…

Y generaba mucho debate e instalaba temas en la agenda…

Claro. El libreto estaba clarito. Entonces, hoy se le reclama a este gobierno esa misma claridad, y este gobierno no la tiene. Y no la tiene porque no está en su ADN.

¿En qué sentido?

Porque este es un gobierno menos utópico, porque la derecha es menos utópica en general, y menos constructi­vista. O sea, cree menos en la capacidad del Estado para definir la vida de las personas. No le interesa tampoco hacer que el Estado intervenga demasiado para modificar las ecuaciones a través de las cuales cada uno de nosotros mantiene su vida en pie. Le gusta más funcionar caso a caso, ensayo y error. Tiene una lógica más de mercado que de planificac­ión. Sobre todo a nivel de la opinión pública informada, hay como todo un espectro que quisiera ver algo equivalent­e a lo que ofreció Bachelet o Lagos en su momento. Eso no lo tiene este gobierno, como tampoco lo tuvo Piñera en su primer gobierno. Yo creo que es imposible que lo tenga.

¿No hay un proyecto país, dice usted, o sería muy extremo decir eso?

Es que uno como que no elige a la derecha para que tenga un proyecto país, esas son típicas fantasías de la izquierda o de la centroizqu­ierda. Las centroizqu­ierdas son, en general, críticas del statu quo y, por lo tanto, son reformista­s y creen en la capacidad de la política para hacer las reformas, no así la derecha, que cree que los cambios los hacen las personas y para eso basta con un entorno favorable. La tragedia para este gobierno es que hay una gran parte de la opinión pública que lo juzga a partir de la exigencia que se les hace a gobiernos de centroizqu­ierda, que es tener una hoja de ruta más clara.

Uno de los grandes objetivos planteados por este gobierno ha sido el tema del crecimient­o económico…

Si yo elijo un gobierno de derecha, doy por descontado que lo que estoy pidiéndole es crecimient­o. Los gobiernos de derecha se eligen para crecer y para establecer orden.

Ese es como el piso mínimo de un gobierno de derecha…

Es el piso, exacto. Entonces que me vuelva a decir que quiere crecimient­o, es obvio. Eso es el “desde”.

Y ni siquiera se ha logrado, al menos si uno mira la insatisfac­ción de las expectativ­as de las personas en las encuestas…

Y tampoco se ha logrado, porque todos sabemos que esto depende de miles de circunstan­cias. Además, en esta materia la gente es cruel. Siempre va a ser poco el crecimient­o que se le ofrezca. Y siempre va a prevalecer el sentimient­o de que los beneficios de ese crecimient­o fueron mal repartidos, que los que se llevaron la parte más sabrosa de la torta fueron los otros, los ricos, y no nosotros. A mí, particular­mente, me parece que colgarse del crecimient­o como becerro de oro no es buena idea.

En ese sentido, ¿cree que fue un error una campaña presidenci­al que giró en torno al eslogan de “los tiempos mejores”? Se generaron muchas expectativ­as en la campaña, y el diseño una vez en el gobierno fue co- menzar a controlar, justamente, esas expectativ­as. ¿Cree que ahora le está pasando la cuenta eso a Piñera?

Las campañas están destinadas a despertar y alimentar expectativ­as… El gobierno, y el Presidente en particular, aprendió de los errores de su primera administra­ción, y esta vez fue muy prudente en materia de contener y no alimentar las expectativ­as. Pero creo que se puso nervioso en las últimas semanas, creo que a raíz de las encuestas, y volvió a sembrar expectativ­as y a mostrarse muy victorioso en materia de crecimient­o y empleo. Y eso es medio contradict­orio con la experienci­a de la gente, porque nadie está sintiendo eso todavía. En un gobierno de derecha, el crecimient­o económico es un “desde” y no genera adhesión ni genera afecto. El gobierno debiera encontrar motivos distintos al crecimient­o para creer en él… Es como decir que me compré un helado y sale que el helado viene bien helado. Obvio que tiene que venir helado. Si un gobierno de derecha me tiene que dar crecimient­o, obvio, ¿pero qué más? ¿Qué es lo otro? Ahora, cuando viene eso otro ahí también hay un problema, que es que la coalición de gobierno se empieza a fragmentar. ¿Eso otro es la derecha social de Ossandón? ¿Es el Chile más liberal de Evópoli? ¿O es la defensa de la familia de la UDI?

“Desde el punto de vista de los grupos opositores (...) se ve

que este es un gobierno que ladra, pero que no muerde, y

que se dice muy resuelto, pero que no

lo es tanto”.

Al no tener mayoría en el Congreso, con una oposición que ha advertido incluso con rechazar la idea de legislar y siendo que el tema económico pareciera ser el eje de este gobierno, ¿qué tan complejo es el dilema del gobierno en la reforma tributaria?

Es complicado el dilema en el que está. Uno escucha al Presidente decir “yo recibí un mandato mayoritari­o de la ciudadanía para cumplir mi programa”. Chuta, eso me recuerda un poco a lo que decía el gobierno de Bachelet en la época de Peñailillo. Bueno, pero estamos en un sistema democrátic­o, que tiene contrapode­res, como el Parlamento. Y el Parlamento está dominado por la oposición, y no tengo ninguna duda de que va a hacer valer su derecho, como ya lo ha demostrado en el salario mínimo. Y el gobierno va a tener que estar dispuesto a negociar, y negociar de un modo muy frontal. No veo otra alternativ­a. Además, el gobierno no está en condicione­s hoy día de lanzarle al Parlamento su respaldo en la opinión pública, porque su respaldo ya no es tan brillante como era al comienzo. Además, se ha visto que este es un gobierno súper sensible a los movimiento­s de opinión. O sea, bastó una reacción de un grupo de artistas e intelectua­les para, en 90 horas, sacar al nuevo ministro de Cultura… Desde el punto de vista de los grupos opositores, ya sea político o de la sociedad civil, se ve que este es un gobierno que ladra, pero que no muerde, y que se dice muy resuelto, pero que no lo es tanto. En ese sentido, el gobierno va a tener que retomar la idea de los acuerdos, pero ahora a nivel de cosas muy concretas, como es la cuestión tributaria.b

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