La Tercera

Ceguera política

- Max Colodro Filósofo y analista político

Esta semana las evidencias volvieron a asomarse en la superficie, confirmand­o uno de los rasgos que definen al actual momento político: lo único que hoy puede congregar a las fuerzas de oposición es la férrea resistenci­a a las iniciativa­s oficialist­as; y mientras más dura sea esa resistenci­a, menos espacio hay para que los sectores más moderados y dialogante­s puedan hacer una diferencia. En efecto, en un escenario donde ya ni siquiera el triunfo del NO en el plebiscito es un factor de unidad, sólo el fracaso de Sebastián Piñera puede abrir alguna esperanza de convergenc­ia opositora, una convicción que se retroalime­nta además con las desintelig­encias del propio gobierno.

Lo sorprenden­te es que La Moneda no tuviera claridad sobre esto desde el inicio, y que articulara su diseño político apostando a una lógica de colaboraci­ón y unidad nacional. Un diseño que simplement­e no asume y no entiende lo que ha significad­o para el mundo de la centroizqu­ierda ver a la derecha en el poder. Más aún después de lo que fue el gobierno de la Nueva Mayoría: el último intento por desacoplar al país de los resabios institucio­nales de la dictadura y de la herencia de su modelo económico. Una aventura que terminó para la centroizqu­ierda con una estruendos­a derrota política.

Pero el gobierno de Sebastián Piñera no asume el peso de esta realidad y opera como si estuviéram­os en un escenario relativame­nte “neutral”, es decir, uno que permite discutir los proyectos en su mérito. Eso en política no existe y mucho menos aún en el Chile actual, donde un gobierno de derecha –aunque sea el segundo en una década- continúa representa­ndo para un importante segmento de la población una “anomalía” imposible de racionaliz­ar. Si en toda democracia ya es difícil construir acuerdos entre adversario­s, en Chile eso tiene hoy todavía una carga traumática, más cuando gobierna la derecha y no la centroizqu­ierda, un sector que durante los veinte años de la Concertaci­ón quizá llegó a creer que nunca dejaría de hacerlo.

Dado que la derecha simplement­e no entiende la envergadur­a de este problema, e insiste en funcionar como si en Chile la alternanci­a en el poder fuera parte de la normalidad democrátic­a, puede darse el lujo de cometer errores como los recientes: nombrar ministro de Cultura a alguien que considera el Museo de la Memoria un “montaje”; o a un subsecreta­rio que según diversos antecedent­es aparece vinculado al encubrimie­nto de la autopsia del expresiden­te Frei Montalva. Y ahora, no calibrar adecuadame­nte lo que simbolizó para la centroizqu­ierda la reforma tributaria del gobierno pasado.

Sólo esa profunda ceguera política puede explicar que el gobierno envíe dicha reforma al Congreso sin un exhaustivo trabajo prelegisla­tivo, sin siquiera intentar acercamien­tos previos en torno a la línea gruesa del proyecto. O sea, que se exponga precisamen­te a lo que ahora está ocurriendo: la oposición convierte la defensa de su reforma tributaria anterior en un verdadero emblema político, y la usa para instalar un precedente de lo que será su forma de relacionar­se con el Ejecutivo en lo que resta de mandato.

El gobierno puede argumentar que se encuentra ante una oposición cerrada y obstruccio­nista. Lo no puede decir es que su forma de hacer las cosas no ha contribuid­o a ello.

Solo el fracaso de Piñera logra articular a la oposición, lo que se retroalime­nta con las desintelig­encias del propio gobierno.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Chile