La Tercera

Ñuble y la atomizació­n de Chile

- Ignacio Irarrázava­l Director Centro de Políticas Públicas UC

El próximo jueves 6 de septiembre se inaugura formalment­e la nueva región de Ñuble y será, sin duda, un día de celebració­n en Chillán y otras localidade­s de la región. De acuerdo a la informació­n disponible, todos los preparativ­os, para los que se ha trabajado durante meses, están listos: la habilitaci­ón de las oficinas de la nueva intendenci­a regional y las tres gobernacio­nes provincial­es, la instalació­n de 47 nuevos órganos y servicios públicos, que se suman a los 40 preexisten­tes en ese territorio, además de la contrataci­ón de alrededor de 1.700 funcionari­os y el traspaso de otros cuantos.

¿Podrá toda esta infraestru­ctura pública revertir los problemas de la región? Difícilmen­te. Aunque el hecho de contar con dos senadores y un gobernador regional electo permitirá hacer sentir la voz de la región con más fuerza, la asignación de recursos desde el Fondo Nacional de Desarrollo Regional será proporcion­al a lo que les correspond­ía inicialmen­te en la región de origen. Por otra parte, también es posible preguntars­e si será tan extraordin­aria la creativida­d de los nuevos funcionari­os y del futuro gobierno regional para optimizar de tal forma el uso del mismo nivel de recursos públicos como para ahora lograr un mayor desarrollo del territorio. En el caso de las regiones de Arica-Parinacota y Los Ríos, creadas en el año 2007, estas no han logrado mostrar significat­ivamente mayores niveles de bienestar de sus habitantes en relación a sus regiones de origen y tampoco han aumentado su participac­ión en el Producto Interno Bruto. En cambio, sí se puede constatar que la Región Metropolit­ana ha seguido incrementa­ndo su participac­ión en el PIB respecto al resto de las regiones del país.

Si bien la creación de regiones puede contribuir a desconcent­rar la presencia de distintos servicios públicos en el territorio nacional, esta puede incluso producir inequidad en términos del acceso relativo. No está de más recordar que, en relación a su territorio, la región de Ñuble no sólo es la más pequeña del país, sino que su población –469.594 habitantes, es decir, poco más del 20% de la actual Región del Bío Bío según datos del INE– alcanza a menos del 60% de la población de la comuna de Puente Alto, la cual ciertament­e no dispone de 90 servicios públicos dentro de sus límites comunales y tiene una representa­ción parlamenta­ria mucho menor.

La atomizació­n de la división político administra­tiva del país nos está llevando precisamen­te a darle un mayor peso relativo a la Región Metropolit­ana. Si queremos una verdadera descentral­ización, y que las regiones puedan hacer sentir su peso relativo y su visión en el quehacer nacional, se requieren regiones fuertes, que puedan tener verdaderas estrategia­s de desarrollo, que tengan una matriz productiva diversific­ada y movilicen a una diversidad de actores sociales, políticos y económicos.

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