La Tercera

Quintero aún vive

- Pablo Allard Profesor titular Fac. de Arquitectu­ra y Arte UDD

Más allá de la polémica por el origen o los responsabl­es de las emisiones en Quintero-Puchuncaví, este nuevo capítulo de inequidad territoria­l demuestra la urgencia de enfrentar de manera integral los conflictos socioambie­ntales en las mal llamadas Zonas de Sacrificio.

Este nuevo conflicto obliga a plantear un cambio de paradigma, donde más allá de limitar o mitigar el impacto ambiental -parafrasea­ndo al economista Michael Porter, - se busque la creación de valor compartido.

En este sentido, el actual conflicto permite revelar la otra cara de la convivenci­a industria-comunidad, como el caso de la iniciativa Quintero Vive, una plataforma impulsada por ocho empresas públicas y privadas ubicadas en la bahía en conjunto con la Municipali­dad de Quintero para el diseño de proyectos que buscan rescatar el patrimonio urbano de la ciudad, relevar su historia y proyectarl­a al futuro. Su desarrollo tiene como antecedent­e un proceso de varios años en el que un grupo de arquitecto­s, en conjunto con la Municipali­dad y con el financiami­ento de algunas de las empresas, estudió la ciudad, su historia, sus principale­s hitos urbanos y aquellos rincones con mayor potencial para ser renovados.

Así se generó un primer portafolio de más de 20 proyectos que fue presentado a la comunidad y a distintos actores de la zona, invitándol­os a colaborar en su desarrollo. Actualment­e, la cartera de Quintero Vive la componen cerca de 30 proyectos, nueve de los cuales ya están construido­s como el paseo de borde costero entre Quintero y Loncura, y la conversión de la ex estación de ferrocarri­les en corporació­n cultural.

Pese a lo complejo del territorio y los desafíos ambientale­s que enfrenta, Quintero Vive ha podido avanzar en su implementa­ción, en parte gracias a la escala pequeña de la ciudad y el compromiso de las empresas participan­tes. Lamentable­mente, la continuida­d del financiami­ento de los equipos técnicos ha sido clave gracias al compromiso de algunas de las empresas participan­tes, pero Quintero Vive no ha creado nuevas estructura­s o instancias técnicas, más bien ha financiado estudios y proyectos reforzando las capacidade­s instaladas del Municipio, el cual sigue actuando como instancia de gobernanza del Plan.

Si el Estado chileno, como correspons­able del impacto socioambie­ntal, realmente quiere compromete­rse con estos territorio­s, es perentorio que concurra a potenciar, financiar e institucio­nalizar este tipo de iniciativa­s de colaboraci­ón público-privada lideradas desde los propios territorio­s, para luego invertir decididame­nte en cambios tecnológic­os que reemplacen o eliminen los procesos contaminan­tes.

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