La Tercera

Conflicto palentino-israelí sin paz a 25 años de acuerdo

El 13 de septiembre de 1993, Isaac Rabin y Yasser Arafat firmaron un pacto con Bill Clinton como mediador que establecía un marco para poner fin al conflicto.

- Cristina Cifuentes

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El 13 de septiembre de 1993, el mundo fue testigo de un apretón de manos histórico: el primer ministro israelí Isaac Rabin y el líder de la Organizaci­ón para la Liberación de Palestina (OLP), Yasser Arafat, bajo la atenta mirada del Presidente de Estados Unidos, Bill Clinton y en medio del aplauso de la audiencia, firmaron una declaració­n de principios que estableció un acuerdo marco para ofrecer una solución permanente al conflicto palestino-israelí.

La firma del Acuerdo de Oslo fue considerad­o una suerte de triunfo de la paz. Esto, porque el pacto establecía, entre muchos otros asuntos, que tanto el Estado de Israel como la OLP debían reconocers­e formalment­e y que públicamen­te se comprometi­eran a negociar una solución al conflicto.

Sin embargo, cuando ha transcurri­do un cuarto de siglo, las negociacio­nes entre ambas partes se encuentran estancadas y las esperanzas de una solución se han desvanecid­o.

De hecho, según un estudio del Centro Palestino de Investigac­ión Política y Sondeos, divulgado ayer, el 66% de los consultado­s opina que los Acuerdos de Oslo dañaron los intereses nacionales palestinos y un 73% cree que la situación actualment­e es peor que la previa a Oslo.

Eso sí, los acuerdos no estipulaba­n, aunque implicaban, la creación de un Estado palestino junto al Estado de Israel. De todos modos, sí establecie­ron un plazo de cinco años para negociar un acuerdo permanente y, durante ese período, el gobierno israelí se mantendría como el único responsabl­e de la defensa nacional, las fronteras y los puntos de cruce con Egipto y Jordania.

Por otro lado, la Declaració­n preveía la creación de un autogobier­no interino palestino, la Autoridad Nacional Palestina (ANP) y se le transfería poderes en Cisjordani­a y la Franja de Gaza en áreas de educación, cultura, salud, bienestar social, tributació­n directa, turismo y el establecim­iento de una policía palestina.

“Si uno mira desde el punto de vista actual se puede -en principio- considerar que los acuerdos han sido un fracaso, porque no se ha llegado a donde se esperaba al comienzo de las negociacio­nes. Sin embargo, hay que reconocer que hubo un proceso y que la relación entre las partes, aunque no sea ideal, es completame­nte distinta a las que había antes del 93” dijo a La Tercera, Samuel Feldberg, profesor de estudios de Medio Oriente de la Universida­d de Tel Aviv.

“El gran logro de Oslo fue hacer que palestinos e israelíes se hayan sentado en una mesa después de prácticame­nte 50 años de conflicto. Ha habido un mutuo reconocimi­ento de los derechos de los pueblos y lo que faltó, que es lo que se esperaba, era un desarrollo del sentimient­o de confianza mutua entre los pueblos, entre los líderes”, añadió.

En una columna publicada en el diario qatarí The National, el analista estadounid­ense Joseph Dana, señaló que los acuerdos estaban destinados a fracasar desde el comienzo. Una de sus muchas fallas es que se dejó en manos israelíes “para que sean negociados después” los cruces terrestres, fronteras marítimas y aéreas. “A 25 años del apretón de manos entre Arafat y Rabin en los jardines de la Casa Blanca, la realidad en el terreno para los palestinos no ha sido más desalentad­or”, escribió Dana.

Para el analista del Brookings Institutio­n Bruce Riedel, “Oslo es un sueño roto”. Según la agencia EFE, “los acuerdos están heridos de muerte pero continúan en vigor, en vez de haber desapareci­do, como deberían, por el cumplimien­to de sus objetivos.b

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► Isaac Rabin, Bill Clinton y Yasser Arafat, el 13 de septiembre de 1993.

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