La Tercera

Frente Amplio y su quiebre en derechos humanos

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El fin del sistema electoral binominal anticipaba la proliferac­ión de movimiento­s representa­tivos de intereses políticos, económicos, personales, regionales o locales, centrados en motivacion­es específica­s. Lo previsible era la diversidad, la defensa de intereses propios y la consiguien­te dificultad para sostener una acción conjunta tras objetivos comunes.

Los integrante­s del Frente Amplio (FA) lograron concordar un discurso mínimo común, que les permitió constituir­se como conglomera­do. Las reyertas internas recientes, sin embargo, propias de la “vieja política” en sus momentos más álgidos, ya quitaron credibilid­ad a la noción de referentes con valores superiores a los de la política tradiciona­l. Y ahora parece estar comenzando el sinceramie­nto de los verdaderos postulados de cada subgrupo. Lo que va surgiendo apunta a visiones no conciliabl­es: desde quienes tienen como referentes a Hugo Chávez, a los que admiran a Justin Trudeau; desde quienes quieren participar en la democracia chilena, a los que, como una diputada del Partido Humanista, se ven con el mandato de impugnar revolucion­ariamente todo poder, y ahora último los que abogan por defender los derechos humanos en cualquier circunstan­cia, hasta quienes los entregaría­n por el avance de la izquierda socialista.

El “factor Frente Amplio” que impuso limitacion­es -y grave daño- a la candidatur­a presidenci­al de la centroizqu­ierda sigue presente. La ex Nueva Mayoría no hace definicion­es necesarias, tanto por temor a la fuga de adherentes hacia la radicalida­d del FA, como por la percepción de que de cara a las elecciones municipale­s y de gobernador­es en 2020, deberá unir fuerzas con el Frente Amplio en contra de la centrodere­cha. Así, la oposición sustenta su mínima unidad en una pretendida superiorid­ad en relación con los derechos humanos y en una actitud intransige­nte frente al gobierno, mientras acomoda iniciativa­s atentatori­as contra el estado de derecho gestadas por el FA.

En esta estrategia, la ex Nueva Mayoría tiene un muy bajo nivel de aprobación ciudadana -por debajo del Frente Amplio, y superior solo a la del Congreso, Iglesia Católica y Sename- pero parece condenada a seguir sujeta a los ritmos propios del FA. Esos ritmos, eventualme­nte, se acelerarán en la medida que se acreciente el quiebre al interior del FA en tono a los derechos humanos.

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