La Tercera

EL PACTO DE BOGOTÁ NO ES LA CUESTIÓN DE FONDO

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SEÑOR DIRECTOR

Pareciera que la discusión en torno al Pacto de Bogotá es distractor­a, ya que el asunto de fondo es cómo nos proyectamo­s en nuestra política vecinal. Para ello debemos explicitar la visión que nos motiva en nuestra relación con Bolivia y así definir los objetivos de las acciones diplomátic­as. ¿Queremos exhibir nuestra voluntad disuasiva? o ¿buscaremos el diálogo y la cooperació­n para superar las heridas del siglo XIX?

Nuestra convicción profunda es que se debe promover un diálogo imaginativ­o y fortalecer el conocimien­to mutuo, para así conseguir avanzar en nuestros niveles de confianza y entendimie­nto. Además requiere de una visión y planificac­ión articulada y conducida desde la Cancillerí­a con objetivos de mediano y largo plazo.

Si lo planteamos en términos dicotómico­s para facilitar el entendimie­nto, sería esperable explicitar si como país asumiremos las acciones coherentes con las relaciones de poder y/o capacidade­s estratégic­as en la defensa de nuestros intereses, o por el contrario abrimos el diálogo, como lo fue la agenda sin exclusione­s que existió por un corto tiempo. Es un hecho de la causa que la cooperació­n y la disuasión pueden caminar juntas, como efectivame­nte hemos registrado en varios procesos de fortalecim­iento de confianzas mutuas; basta mencionar el cambio en la voluntad política exhibido por Argentina y Chile, que consiguier­on transforma­r, con visión de futuro, el paradigma y buscar el entendimie­nto que hoy nos permite eliminar la hipótesis de conflicto militar.

El 1 de octubre conoceremo­s el fallo del caso de Bolivia versus Chile, pero más allá de su resultado, sería muy improvisad­o adoptar posiciones con sentido de futuro hacia Bolivia sólo consideran­do éste. En efecto, al tratarse de una política de Estado debemos hacer prevalecer el respeto a los acuerdos, la defensa de nuestros intereses y, sobre todo, velar por la superación de los problemas que nos anclan al pasado.

De una cuestión podemos estar seguros, el dictamen no resolverá el asunto de fondo puesto que evidenteme­nte el problema no está solo en la arena jurídica, sino que también y esencialme­nte, en el área política. Por lo tanto, un órgano de resolución de controvers­ias no nos brindará las respuestas a lo que nosotros debemos definir y hacer en favor de la superación de los obstáculos que nos mantienen sin relaciones diplomátic­as desde 1978.

Eduardo Rodríguez Guarachi

Jaime Abedrapo Rojas

Cientista político y Doctor en Derecho Internacio­nal

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