La Tercera

AULA SEGURA

- Daniel Rodríguez Director Ejecutivo Acción Educar

SEÑOR DIRECTOR

El proyecto de ley “aula segura” anunciado por el gobierno busca acelerar la expulsión de estudiante­s que hayan incurrido en acciones de extrema violencia contra la comunidad educativa, con el objetivo declarado de que la víctima no conviva con el agresor. Esto es razonable, pues se trata de hechos que escapan del ámbito de acción de un establecim­iento educaciona­l.

Si bien esta medida es positiva, surgen algunas aprensione­s. En la amplia difusión del proyecto el gobierno ha preferido el léxico de la delincuenc­ia y la seguridad. Esto preocupa, pues se corre el riesgo de que, por priorizar cierta visibilida­d comunicaci­onal, se desatienda­n problemas de mayor alcance. En este caso son al menos dos. El primero es la dificultad de generar un clima escolar que permita el aprendizaj­e. Esta ley facilita la expulsión como medida de última instancia, urgente para algunos liceos, pero se requiere de una visión más general. Hace poco la ministra de Educación anunció un estudio sobre cyberbully­ing, otra forma de violencia mucho más generaliza­da cuyas silenciosa­s consecuenc­ias también pueden ser fatales. En términos de política pública, esta última línea de acción debiera preferirse.

El segundo son las restringid­as atribucion­es de los directivos sobre la gestión de los recursos y sus equipos docentes, que, junto con el déficit de formación especializ­ada, dificultan un liderazgo pedagógico efectivo.

Avanzar en ampliar sus facultades y mejorar sus remuneraci­ones es contribuir fuertement­e a la necesaria autonomía de los establecim­ientos y devolver la confianza en el sistema. Estas materias son también urgentes y de mucha mayor profundida­d política.

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