La Tercera

Los excluidos de siempre

- Por Sylvia Eyzaguirre

Uno de los problemas cuando diseñamos e implementa­mos políticas públicas es llegar a quienes más las necesitan. Por lo general, los más necesitado­s suelen estar marginados del sistema y por lo mismo las políticas no logran beneficiar­los. En educación esto se observa con los 77 mil niños y jóvenes que se encuentran fuera del sistema escolar. Las “palancas” que hemos creado para mover el sistema están pensadas precisamen­te para actuar sobre la actual institucio­nalidad y los niños que en ella se encuentran, pero no para abordar a quienes se encuentran marginados de ella. Ni el aumento de la subvención escolar, ni una nueva carrera docente, así como tampoco el fin del copago, el lucro y la selección promueven la inserción escolar de estos niños, que constituye­n la población más vulnerable de nuestro país.

¿Cuánto le importan estos niños al Estado? La respuesta es brutal: nada. No existe una política para niños y jóvenes con trayectori­as escolares interrumpi­das, ni tampoco un sistema de alerta temprana que permita detectar a tiempo a quienes presentan riesgos de abandono escolar. Son pocas las institucio­nes que se preocupan de estos niños, la mayoría son privadas y trabajan principalm­ente con recursos privados. El Estado brilla por su ausencia. El presupuest­o para apoyar los proyectos de reinserció­n educativa y escuelas o aulas de reingreso escolar es raquítico y su diseño no es adecuado. El presupuest­o de este año para estos proyectos educativos fue de 1.415 millones de pesos, un poco más de 2 millones de dólares; una miseria en comparació­n con los 1.400 millones de dólares que como país estamos destinando para financiar la gratuidad en la educación superior. La adjudicaci­ón de estos recursos es a través de concursos anuales, lo que perjudica la viabilidad financiera de estos proyectos y más todavía cuando los recursos no llegan a tiempo (todavía no llega el dinero a las institucio­nes que se adjudicaro­n el concurso a principios de este año). Por otra parte, los programas de reinserció­n escolar consideran un presupuest­o máximo de 400 mil pesos por niño, eso implica apenas $26.666 por estudiante mensual para un programa de 15 meses. El presupuest­o máximo por establecim­iento para escuelas de reingreso con más de 100 estudiante­s se fijó en 100 millones de pesos por un plazo mínimo de 15 meses. Es decir, en el mejor de los casos, el monto por alumno mensual sería de $66.666, muy por debajo de los $300.000 mensuales que cuesta un proyecto de calidad según la Fundación Súmate del Hogar de Cristo. Además de la ausencia de financiami­ento, se advierte una escuálida presencia de escuelas de reingreso públicas en un contexto de alta escasez y a ello se suma la falta de políticas para fomentar la retención escolar y la ausencia de estándares de calidad para las escuelas de reingreso y los programas de reinserció­n.

El programa del Presidente Piñera contemplab­a un nuevo trato con estos niños, los más excluidos de nuestro sistema escolar. Responder de forma adecuada a esta necesidad implica necesariam­ente diseñar nuevas herramient­as, que segurament­e requerirán de un proyecto de ley. Pero ad portas de la negociació­n presupuest­aria para el año 2019, sería gratifican­te ver que a nuestros parlamenta­rios les importan tanto estos niños y el presupuest­o que destina el país a ellos como el salario mínimo. Llegó la hora de prestar oído al silencio de los sin voz para que como país podamos ofrecer a estos jóvenes una oportunida­d para salir adelante y con ello avanzar hacia una sociedad un poco más justa.

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