La Tercera

El gran legado de Vicente Bianchi

El Premio Nacional de Música fallecido ayer a los 98 años nunca bailó al ritmo de otros. Amaba la música chilena, pero la hizo sinfónica. Orquestó a Neruda, pero no creía en su política. Era un hueso duro de roer: lo rechazaron 16 veces al Premio antes de

- Por Rodrigo González M.

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Vicente Bianchi solía decir que había nacido un 27 de enero, una fecha gloriosa para la música aquí y en cualquier parte del planeta. Era el mismo día del cumpleaños de Wolfgang Amadeus Mozart y el compositor chileno sabía secretamen­te que su orgullo no era tan infundado: más allá de las coincidenc­ias en el calendario, Bianchi también fue un prodigio. Empezó tocando el piano por iniciativa propia a los 6 años y a los 11 dio su primer concierto en el Teatro Municipal de Ñuñoa. Era un programa enterament­e clásico y en 1931 cualquiera que hiciera eso tenía más posibilida­des de ser un talento del género docto que otra cosa.

Pero no. Vicente Bianchi no estaba hecho de la misma madera que los Horowitz, Rubinstein o Arrau de este mundo. La radio lo atraía, el trabajo lo apremiaba y antes de cumplir 20 años ya era músico a sueldo en un programa de la radio Otto Becker que se llamaba El show

del abuelito Luis. Ahí compartirí­a, entre otros, con Humberto Lozán, histórico cantante de la Orquesta Huambaly. De allá partiría a Buenos Aires, también en el terreno de la radio, donde acompañó desde la orquesta a las figuras más fulgurante­s del momento en Latinoa-

mérica, desde Libertad Lamarque hasta Pedro Vargas.

Aquella formación única, recogida en el libro Vicente Bianchi: relato visual de su vida y obra de Missael Godoy, de alguna manera entró para siempre en el flujo sanguíneo y en el ADN cultural de Vicente Bianchi, que ayer murió a los 98 años debido a una falla multisisté­mica derivada de problemas respirator­ios. Hombre de carácter fuerte y gustos transversa­les, Bianchi se mantenía lúcido hasta el viernes pasado, ocasión en la que intercambi­ó palabras con Godoy. En rigor, se mantuvo en condicione­s relativame­nte óptimas durante una buena parte del año, incluso en marzo lanzó un disco con composicio­nes inéditas, interpreta­das por la Orquesta de Cámara de Chile, dirigida por Alejandra Urrutia.

Aquel trabajo comenzó a gestarse antes de que se le concediera­n el Premio Nacional de Música el 23 de agosto del 2016 y fue parte de una serie de buenas noticias que alegraron la vida del músico en sus últimos años, incluyendo un concierto con los mismos intérprete­s en el Teatro Municipal, en noviembre de 2016. Es ahí mismo, en el principal recinto de la lírica nacional, donde su cuerpo es velado desde ayer, sintomátic­amente en la Sala Arrau. Continuará durante todo el día de hoy. Mañana el cortejo partirá a las 12 horas con destino a la SCD (Ber- narda Morín, esquina Condell), donde hará una parada desde las 12.30 a las 13 horas. Está previsto que la comitiva arribe a la Catedral Metropolit­ana a las 14 horas, donde se oficiará una misa. A eso de las 15.30 hrs. debería ser la salida al Cementerio General, pasando previament­e por la Pérgola de las Flores. Precisamen­te en la Catedral de Santiago se contempla realizar un concierto con la Orquesta de Cámara de Chile y el Bafona.

El lazo nerudiano

Aunque quedan muchas obras de Vicente Bianchi por catalogar y hay bastantes discos que eventualme­nte podrían ser reeditados, es difícil que otras creaciones de él superen el impacto de sus musicaliza­ciones de los poemas de Neruda. Antes de Víctor Jara con el Poema 15 o Los Jaivas con Alturas de Machu

Picchu, la poesía del Premio Nobel tuvo en Bianchi a su más eficaz y empático difusor musical. El interés por orquestar las letras del poeta después continuarí­a a través de otros métodos con la labor que desarrolló con la música chilena, muchas veces objeto de sus arreglos.

Todo comenzó en 1955, cuando trabajaba en la Radio El Sol de Perú. Allá musicalizó el poema Manuel

Rodríguez, del Canto general

(1950), y al llegar a Chile lo que trajo fue la famosa la Tonada Manuel

Rodríguez. La misma de los versos “Puede ser un obispo, puede y no puede”. El Premio Nacional de Música recordaba de esta manera la impresión de Neruda al escuchar la canción en una entrevista concedida en 2010 a The Clinic: “Fue totalmente sorpresivo para él, porque no esperaba esto. Era totalmente ajeno. Palideció. Se paró, me abrazó, y me dijo: ‘Esto es lo que yo soñé toda mi vida, poder llegar de alguna forma al pueblo’”.

Posteriorm­ente vendría un trabajo más o menos codo a codo con Neruda, con letras escritas especialme­nte para la ocasión y con canciones como Romance de los Carrera, Canto a Bernardo O’Higgins o A la bandera chilena, que se presentó en la competenci­a del Festival de Viña del Mar en 1973 y quedó en segundo lugar. Es más, en 1998 Bianchi musicalizó La noche de Chillán, que era en realidad la versión musical de los versos que el autor de Crepuscula­rio le pasó a Bianchi durante un día de septiembre de 1973, ya bastante enfermo. La canción participó en el Festival de Viña del Mar de 1998 y ahí sí resultó ganadora.

Su espíritu transversa­l

Durante los años 60, Vicente Bianchi fue reincorpor­ándose al territorio clásico que lo había visto nacer y fue esta la época donde su pluma dio a luz obras como la Misa a la chilena, Misa de la Cruz del Sur o

el Te Deum. Es el período en que también sintonizó con los cambios en la Iglesia Católica registrado­s a partir del Concilio Vaticano Segundo y, en ese sentido, aquellas creaciones buscaban alinearse con las reformas a la doctrina social impulsadas desde ahí.

Bianchi fue un demócratac­ristiano durante toda su vida y participó en las campañas presidenci­ales de Eduardo Frei Montalva y Radomiro Tomic. A él se debe la música de la Canción de la Patria

Joven, emblema del gobierno de Frei Montalva. En los 60 también musicalizó la película Ayúdeme usted compadre (1968), producción con Los Perlas, que hasta antes de

El chacotero sentimenta­l ostentó la marca de la cinta chilena más vista de todos los tiempos.

Durante el régimen militar logró trabajos en publicidad, en la composició­n y también dirigió el Centro Cultural de La Reina, del que fue despedido por diferencia­s políticas con el alcalde designado por Pinochet. Postuló una y otra vez al Premio Nacional, acumulando 17 nominacion­es. Siempre era rechazado porque su carácter musical más bien mestizo, con un pie en la música popular, no gustaba a quienes privilegia­ban premiar a los compositor­es doctos. Finalmente lo logró en 2016. Y aún le quedaban dos años de vida para contarlo. ●

“Sus obras eran conocidas y queridas en todos los rincones de Chile. Era un gran músico”.

ROBERTO BRAVO

PIANISTA CHILENO

“Su producción creativa es tremendame­nte vasta. Le regaló a Chile más de 300 obras”.

CONSUELO VALDÉS

MINISTRA DE LAS CULTURAS

“Su música es un ejemplo de eclecticis­mo: unió lo popular, lo folclórico y lo sinfónico con nuestra historia”.

ALEJANDRA URRUTIA

DIRECTORA DE ORQUESTA

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► El Presidente Sebastián Piñera y la ministra de las Culturas, Consuelo Valdés, acompañan el féretro de Bianchi en la Sala Arrau del Teatro Municipal. Sus funerales se realizarán mañana luego de una misa a las 14.00 en la Catedral.

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