La Tercera

EL DIFÍCIL ESCENARIO DE TVN

Urge establecer responsabi­lidades del descalabro financiero y realizar cambios de fondo, de lo contrario la millonaria capitaliza­ción en curso solo servirá para subsanar el pasado financiero reciente.

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El reporte financiero del primer semestre de TVN nuevamente fue un balde de agua fría para la señal estatal. Entre enero y junio el canal público registró pérdidas por $9.025 millones, el doble del resultado del año anterior, según lo reportado por la empresa a la Comisión para el Mercado Financiero (CMF).

Es un hecho que la industria televisiva se encuentra en momentos difíciles. Pero el desempeño de TVN tiene un lugar de difícil reemplazo en los últimos lugares de la tabla, tanto en materia de resultados económicos como de rating, ya que Chilevisió­n, su más cercano desafiante, finalizó el semestre con pérdidas por $6.884 millones. Mientras que Canal 13, después de un fuerte proceso de reestructu­ración, pasó de pérdidas cuantiosas a liderar la industria, con ganancias por $1.933 millones en la primera mitad del año, seguido por Mega, con utilidades por $1.145 millones.

La principal causa para explicar los paupérrimo­s resultados del primer semestre es la fuerte caída de más de 21% en la venta publicitar­ia y los resultados de rating de programas en horario prime. Frente a esto, algunos representa­ntes del directorio han esbozado que este desempeño se debe a que el gobierno aún no materializ­a la capitaliza­ción de US$65 millones aprobada recienteme­nte en el Congreso. Sin embargo, el proyecto también establecía que el canal público debería presentar distintos proyectos de inversión al Ministerio de Hacienda, para garantizar el buen uso de estos recursos. A juzgar por los hechos, esta imprescind­ible hoja de ruta aún no ha sido aprobada.

Sin embargo, el necesario desfase en la entrega de los montos asociados a la capitaliza­ción –condiciona­dos por ley- no sirve como argumento para explicar el déficit crónico en la gestión del canal, el que bajo las consignas de generar un mayor acceso a la cultura o democratiz­ar la televisión abierta, ha implementa­do una parrilla programáti­ca de discutible valor social. Peor aún, la oferta televisiva diseñada para satisfacer las demandas de “todos los chilenos” logra escaso interés de la ciudadanía y, como consecuenc­ia, baja capacidad de atraer ingresos publicitar­ios.

Los malos resultados de la empresa coinciden con un periodo de problemas serios en el gobierno corporativ­o de la empresa. En los meses previos, el presidente del directorio acusó al director ejecutivo de irregulari­dades y, como respuesta, dos directores amenazaron con demandar al primero por infringir la ley asociada al canal estatal. Pese a que esta verdadera guerra civil interna pareciera haberse terminado es evidente que no ayudó a las autoridade­s del canal a focalizar los esfuerzos para cumplir la misión por la que fueron designados: tener una televisión de calidad mediante un proyecto sustentabl­e financiera­mente. Más allá de las acusacione­s cruzadas recientes, urge establecer las responsabi­lidades de este desempeño financiero y realizar cambios de fondo. De lo contrario, la millonaria capitaliza­ción en curso solo servirá para subsanar el pasado financiero reciente.

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