La Tercera

Justicia internacio­nal

- Por Luis Larraín

¿Para qué sirve la justicia internacio­nal? No es simplement­e una pregunta retórica; hay dos asuntos que se ventilan hoy que nos llevan a plantearlo. Por una parte, la demanda boliviana en la Corte Internacio­nal de Justicia, con sede en La Haya, para que se reconozca la obligación de Chile de negociar con Bolivia con el fin de alcanzar un acuerdo que otorgue a este país una salida soberana al océano Pacífico. Adicionalm­ente, Chile junto a otros cinco países ha pedido a la misma corte que investigue presuntos crímenes de lesa humanidad cometidos por el gobierno de Nicolás Maduro en Venezuela.

La primera cuestión, que se dirime el próximo lunes, tiene según los expertos dos desenlaces improbable­s: que se rechace de plano la demanda boliviana o que se acepte en todas sus partes. Lo probable sería un desenlace intermedio en el cual la corte invite o convoque a ambos países a negociar. Esta opción tiene a su vez variantes. Una simple invitación es casi equivalent­e a la derrota boliviana pues no cambia en absoluto la situación actual. Una convocator­ia, en cambio, dependiend­o de sus términos, podría significar un avance en la reivindica­ción boliviana, en particular si se habla de un acceso soberano. Menos onerosa para Chile sería la mención de una negociació­n de buena fe. En cualquier caso, estas alternativ­as, en los hechos, no debieran cambiar la situación de Chile, pues la corte no nos obligará a ceder soberanía.

Volvemos entonces a nuestra pregunta inicial: ¿para qué sirve la justicia internacio­nal?

La Corte Internacio­nal de Justicia ha demostrado que no falla estrictame­nte en derecho, vale decir, respetando en este caso el derecho internacio­nal plasmado en los tratados suscritos entre los países. Ya en la objeción que hizo Chile a la competenci­a de La Haya para conocer la demanda boliviana sorprendió la amplia mayoría del tribunal para rechazar la incompeten­cia. Chile tenía argumentos jurídicos: el tratado de 1904 que fija los límites marítimos es anterior al Pacto de Bogotá, Tratado Americano de Soluciones Pacíficas, instrument­o que provoca la comparecen­cia de Chile y Bolivia al tribunal de La Haya. A mayor abundamien­to el pacto de Bogotá, de 1948, señala en su artículo sexto expresamen­te que no se pronunciar­á sobre materias acordadas con anteriorid­ad a su vigencia. Recordemos también que el fallo del tribunal de La Haya en el caso de límites marítimos entre Chile y Perú no se atuvo en absoluto al derecho, sino fue un ejercicio de imaginació­n cartográfi­ca de los integrante­s de la corte.

Vamos al otro tema. ¿Por qué Chile y otros cinco países llevan el caso de Venezuela a La Haya? Lo hacen porque los organismos internacio­nales competente­s, Naciones Unidas y la OEA son incapaces de proveer una solución a la grave crisis humanitari­a que vive ese país por acción del gobierno de Nicolás Maduro. El Consejo de Seguridad de la ONU es inoperante dado el veto que tienen sus miembros permanente­s. La OEA, pese a las buenas intencione­s y las ínfulas de su secretario general, Luis Almagro, no ha sido capaz de mostrar un camino viable para intervenir en Venezuela. La investigac­ión que se le pide a la Corte de La Haya es desde ese punto de vista más bien simbólica, pues no obligará a Maduro y dados los tiempos habituales de la Corte de La Haya no se hace cargo de la urgencia de la crisis humanitari­a que tienes a cientos de venezolano­s muriendo de hambre.

¿Para qué sirve entonces la justicia internacio­nal?

Dado esto, surge como inevitable la reflexión acerca de la convenienc­ia de seguir pertenecie­ndo al Pacto de Bogotá que da competenci­a a la Corte Internacio­nal de Justicia. Gastamos recursos para terminar con fallos que no se ciñen al Derecho sino a considerac­iones políticas que terminan enturbiand­o nuestras relaciones internacio­nales. Chile no tiene reivindica­ciones limítrofes con nuestros vecinos, de modo que el Tratado Americano de Soluciones Pacíficas, plasmado en el Pacto de Bogotá, es para nosotros completame­nte inútil.

El fallo debe ser enfrentado con serenidad y también con mucha unidad. Luego, y en los tiempos que correspond­a, Chile debe revisar su permanenci­a en el Pacto de Bogotá.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Chile