La Tercera

Bolivia: sin causa ni argumentos

- Juan Ignacio Brito Periodista

¿Cuál debería ser ahora la actitud de Chile con Bolivia? A pesar de que se levantan voces para que Chile tome la iniciativa y tienda una rama de olivo, la respuesta a esa pregunta depende mucho más de la actitud que adopte La Paz, que de lo que pueda hacer nuestro país. La pelota hoy se encuentra en la cancha de Bolivia, que debe entender que la Corte Internacio­nal de Justicia le asestó un golpe mortal a su estrategia para romper con la mediterran­eidad y haría bien en abandonar su reclamo marítimo. Como ha dicho el ex presidente Jaime Paz Zamora: “Con Chile, de mar, ¡basta!”.

Los gestos que solicitan hoy distintos sectores deben darse si y solo si Bolivia comprende que su objetivo de conseguir una salida soberana al Pacífico por territorio chileno es inviable, no encuentra eco a este lado de la frontera e impide la cooperació­n.

La contundenc­ia de lo obrado por el Tribunal de La Haya cierra todas las puertas al reclamo boliviano. Los jueces han ratificado lo que nuestra diplomacia sostuvo siempre: no hay razones para exigir que Chile ponga fin a la mediterran­eidad boliviana.

Durante un siglo, Bolivia ha presionado con algún grado de éxito para hacernos sentir culpables de su mediterran­eidad, la cual, a su vez, es presentada como la raíz de todos los males en el país vecino. La Paz creó una narrativa en la que Chile es el agresor y Bolivia la víctima. Buscó la solidarida­d internacio­nal para forzarnos a darle una salida soberana al mar.

El fallo del lunes, sin embargo, revirtió el escenario: la justicia se ubica ahora del lado chileno. La altura moral con la que La Paz quiso revestir su reclamo ha cambiado de manos. Chile puede hoy mostrar al mundo y a sí mismo que un tercero prestigios­o, neutral e inapelable avaló sus argumentos.

Evo Morales apostó doble o nada y lo perdió todo. Ahora intenta perseverar en la línea de la victimizac­ión, diciendo que la CIJ no falló en justicia, que su “informe” (así llama al fallo) es contradict­orio, etc. Son manotazos de ahogado de quien se ha convertido en un obstáculo para el entendimie­nto. Correspond­e que el pueblo boliviano juzgue con dureza al presidente que infló sus expectativ­as y terminó destruyend­o la causa que él mismo promovió.

Porque Evo Morales dinamitó las pretension­es bolivianas de acabar con la mediterran­eidad (“hemos quemado mal nuestros últimos cartuchos con Chile”, reconoció Paz Zamora), ahora el único camino para Bolivia es retirar el reclamo marítimo de una vez y para siempre. Si lo hace, sin duda encontrará un socio dispuesto a una integració­n amplia. Bolivia y Chile pueden abrazarse, pero con la condición de que La Paz abandone una aspiración que ha quedado desacredit­ada y sin argumentos.

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