La Tercera

“Si uno cree en la libertad de empresas, tiene que creer en la libertad política”

Empresario El socio de Falabella era parte de un equipo encargado de llevar una contabilid­ad paralela de los votos.

- José Luis del Río José Tomás Santa María

A eso de las tres de la tarde del día 5 de octubre de 1988, luego de votar, José Luis del Río se dirigió a la oficina del empresario Alejandro Noemi, ubicadas en la intersecci­ón de las calles Marchant Pereira y Darío Urzúa, en el corazón de la comuna de Providenci­a. Ahí estaban, entre otros, Alfonso Dulanto, y Germán Quintana. Eran un grupo pequeño de ingenieros que desde el comando del No recibieron la misión de llevar una contabilid­ad paralela de los votos. “En ese minuto yo era vicepresid­ente del grupo Derco y de Sodimac, donde, en esa época, los únicos socios éramos mi papá y yo”, recuerda Del Río sobre la empresa familiar que años después ingresaría a la propiedad del grupo Falabella. “Siempre estuvimos por la vuelta a la democracia. Voté que no y luego por Patricio Aylwin. No quería que siguiera un dictador que había cometido abusos contra los derechos humanos. Yo le decía a mis amigos empresario­s: voten que no y luego voten por Hernán Büchi, para así demostrar el valor de tener elecciones libres. Si uno es liberal, es demócra- ta y cree en la libertad de empresas, tiene que creer también en la libertad política. Encuentro ridículo que un empresario que cree en la libertad de empresas, no crea en la libertad política”, recuerda.

¿Cómo fue ese día?

-Con un grupo de ingenieros, todos buenos para los números, teníamos la misión de llevar un recuento paralelo del plebiscito, porque el gran miedo que teníamos era que nos hicieran trampa. El comando se había organizado para tener apoderados en todas las mesas, en todo Chile. Nosotros recibíamos por telex y por teléfono los cómputos desde los distintos lugares del país. Me acuerdo que, -y esto demuestra la pobreza con la que se trabajaba en el comando-, yo saqué de Derco, sin avisarle al gerente, unas máquinas registrado­ras o calculador­as viejas de los contadores, para ir sumando rápido los votos. También recuerdo que saqué unos generadore­s Suzuki que distribuía­mos en Sodimac, para tener de respaldo por si nos cortaban la luz.

¿Y qué ocurrió?

-Tipo 10 de la noche le avisamos al comando que habíamos ganado. Fue una gran fiesta.

Después de que el gobierno había dado un primer cómputo parcial que daba como ganador al Sí.

-Claro. Y nosotros sabíamos que no era así. Teníamos claro que estábamos ganando.

¿Cómo se explica que la opción Sí haya sacado el 44% de la votación?

-En el caso de los empresario­s, lo digo, faltaba confianza en nosotros mismos. Muchas veces los empresario­s prefieren estar protegidos por un Estado protector, en vez de atreverse a tener una democracia y plantear los valores del desarrollo y la libertad. Y hoy la mayor parte de esos empresario­s de derecha te encuentran la razón, pero en ese momento no se atrevían.

Para muchos existía el temor de volver a lo que se vivió en la Unidad Popular.

-Pero con algo de sentido común te dabas cuenta que no sería así.b

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