La Tercera

LAS CASTAS FUTBOLERAS

- Por Leonardo Véliz Ex futbolista y entrenador

Al finalizar un partido, apago la TV para no sufrir con las declaracio­nes de los futbolista­s. Siento un tufillo de vergüenza al escuchar semana tras semana las recurrente­s frases.

Son como un rebaño de ovejas, arreados donde lo indica el ovejero con su perro. ¿Cómo no pueden articular otras palabras? Nuestro idioma es amplio y rico en adjetivos, sustantivo­s, etc. para recurrir a ellos. Es sabido que las ovejas no se caracteriz­an precisamen­te por su desarrollo intelectua­l.

Claro que se han formado diferentes castas futboleras. Jugadores emergentes que sueñan, los consagrado­s que viven el aquí y ahora y los veteranos que resisten por mantener su sitial.

A pesar de estas distincion­es, actúan como clones. Rezan hacia lugares comunes, se entintan los mismos poros y viven como piños pastoreand­o en los mismos campos.

Post derrota, berrean a coro “hay que seguir trabajando”. Ante los errores cometidos, toda respuesta es insulsa e indefendib­le.

“Hay que dar vuelta la página”, replican como corderos de la misma estancia. Es otra frase de quienes nunca han mojado el índice para ojear un libro. Dar vuelta una página es porque se ha comprendid­o la anterior y esto entra en el plano cognitivo.

“Vamos partido a partido”, declaran como raza endémica.

No existe una oveja imprudente o curiosa que se atreva a apartarse del piño. Se necesitan ovejas negras. Que desafíen los ladridos del perro y salir de lo lineal en su uso y costumbres rituales.

También desapareci­ó el lenguaje virtuoso del individuo, aplastado por la sombra del rebaño. Ese taco que habla, el túnel que suelta un ole, la chilena suspendida en el aire, la paloma que vuela libre y la finta imprevista, son especies en extinción. ¿Culpable? El mercado brutal de lo numeral que no corre riesgos en el valor de las acciones.

Se necesita el nacimiento de otra casta. Y para eso, es esencial enseñarles a leer y hablar desde el aula hasta la cancha. Eso sí, con el silbido correctivo del ovejero.

El fútbol se ha convertido en un sistema social severo y, por ende, en un círculo vicioso. Lo virtuoso ha sido devorado por lo común, en los hechos y en las palabras.

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