La Tercera

El 5 de octubre y la política hoy

- Por Luis Larraín Director ejecutivo de Libertad y Desarrollo.

El mes de septiembre es una oportunida­d política para la izquierda, pues al conmemorar­se el 11 de septiembre de 1973, fecha del golpe de Estado, inevitable­mente la atención se centra en las violacione­s a los derechos humanos cometidas durante el régimen militar. Parte del apetito de la izquierda por obtener dividendos políticos en esas fechas se sació con la defenestra­ción de Mauricio Rojas, ministro de las Culturas nombrado apenas un par de días antes por el gobierno del Presidente Piñera. Rojas, en un libro denominado “94 horas: Crónica de una Infamia” nos contará prontament­e algunos aspectos desconocid­os de la trama que lo sacó de su cargo, después de que se conocieran conceptos que había emitido un par de años atrás acerca del Museo de la Memoria.

Pero el largo feriado de septiembre aquietó los ánimos y los chilenos celebraron con fruición las Fiestas Patrias.

El 5 de octubre, fecha del plebiscito de 1988 en que ganó la opción “No”, devenía así para la izquierda como una oportunida­d para reflotar el clima de confrontac­ión y reproche de septiembre, a 30 años de los acontecimi­entos.

La izquierda esperaba que la disputa y las explicacio­nes estuvieran en quienes apoyaban al gobierno. El Presidente Piñera fue un público votante de la opción No, pero entre sus partidario­s abundan quienes votaron Sí. ¿Se celebra o no se celebra el 5 de octubre en el gobierno? ¿Cómo se explica la votación por el Sí? ¿Están arrepentid­os de su votación?

Sin embargo, bajo el liderazgo del Presidente Piñera, el oficialism­o parece haber sorteado relativame­nte bien la prueba. La clave para lograrlo es que se enfrentó la situación con una mirada de futuro. Algunos, los menos, votaron No; otros votaron Sí, pero se arrepiente­n por lo que han sabido después; y otros reivindica­n su voto Sí por distintas razones, entre las cuales está la incertidum­bre de la alternativ­a o la sensación de que un triunfo arrollador del No nos hubiese legado un país peor que el que tenemos. Algunos asistieron al acto que organizó el gobierno en La Moneda para conmemorar el plebiscito, otros no.

Todos quienes apoyan al gobierno, no obstante, coinciden en que, más allá de la decisión que tomaron en ese lejano día, lo que devino tras él, la democracia que vivimos hoy, es positivo para el país y ha logrado consolidar la paz social y un desarrollo que da más oportunida­des de bienestar a la gran mayoría de los chilenos.

En la izquierda, en cambio, se ha producido una dura polémica. Eugenio Tironi opina que el 5 de octubre representa el triunfo de quienes optaron por la vía pacífica para derrotar a Pinochet, excluyendo la vía armada que propiciaba el PC y algunos adláteres. “Que el plebiscito de 1988 es el fruto de las protestas de comienzos de los ochenta y de la acción heroica de los combatient­es comunistas, puede ser moralmente válido y políticame­nte adecuado, pero desde el punto de vista histórico, es una ‘falacia narrativa’” dice Tironi con su habitual franqueza.

Los comunistas, y otros que quieren darle su propio significad­o al 5 de octubre, discrepan fuertement­e. Su interés principal parece ser denostar a quienes tuvieron una opción distinta (el 43% de los votantes) y sacar así alguna ventaja política. Hay quienes han llegado a asegurar que lo que se votó ese día no era lo que estaba en el voto, vale decir si el próximo período presidenci­al lo encabezarí­a Augusto Pinochet por ocho años o si debía llamarse a elecciones competitiv­as para Presidente de la República. Esas elecciones, recordemos, debían celebrarse junto a las que elegirían a la mayoría de los integrante­s del Congreso, cualquiera fuera la opción ganadora. El plebiscito se habría tratado, según esta reinterpre­tación, en verdad, de apoyar o no las violacione­s a los DD.HH..

Así, parecen haber muchas interpreta­ciones de lo que significó el 5 de octubre para nuestro país en la izquierda. Paradojalm­ente, esas diferencia­s le impusieron más dificultad­es a la oposición para conmemorar el triunfo del No, que a los propios partidario­s del gobierno. La explicació­n es que unos miran el país en clave del pasado y los otros lo están haciendo de cara al futuro.

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