La Tercera

La risa como defensa frente al miedo

Hervi, Palomo, Rufino y Guillo, los “cuatro mosquetero­s chilenos” del dibujo satírico y político, reflexiona­n sobre la importanci­a que tuvo el humor en el régimen militar.

- Por Manuel Délano / Escuela de Comunicaci­ones y Periodismo UAI

Con domicilio en la prensa de oposición, el humor venía haciendo un trabajo desde años atrás, desmoronan­do la imagen de Pinochet y su régimen. Cuatro de ellos resaltan en el humor político de ese período: Alejandro Montenegro (Rufino), en revista Hoy; José Palomo, en revista Análisis; Hernán Vidal (Hervi), en el diario La Época y revista Hoy, y Guillermo Bastías (Guillo) en revista Apsi.

Corrieron riesgos, algunos sufrieron amenazas -uno de ellos, Palomo, debió partir al exilio-, pero nunca perdieron la capacidad de reírse de otros, que era, quizá, su forma de defensa.

Hernán Vidal firma con su inconfundi­ble acrónimo, Hervi, que proviene de la primera sílaba de su nombre y apellido. Sus dibujos han aparecido en 20 medios chilenos, y hoy lo hacen en La Tercera. Para él, “desde el comienzo de los tiempos el humor es reírse a costa de algo o de alguien”. En las sociedades más evoluciona­das, es hacerlo de “los grandes problemas o de quienes detentan el poder”.

Por eso, la dictadura fue para Hervi un terreno en el que pudo desarrolla­r su perspectiv­a crítica en el humor político, en dos medios de oposición, la revista Hoy y el diario La Época, ambos extintos.

“Hacía algo bastante discreto en Hoy hasta que vi las genialidad­es de Rufino y me atreví a hacer cosas más fuertes, y más tarde, diría, brutales y ácidas”, cuenta.

Piensa Hervi que el humor cumplió una función “bastante importante”, aunque menos que las protestas, al ayudar “no a socavar el poder ni a derribarlo, pero sí a mantener el espíritu optimista y esperanzad­or de la gente”.

José Palomo, en cambio, no tuvo necesidad de generar un seudónimo. Su apellido es la marca inconfundi­ble del creador de “El cuarto Reich”, una sátira de una dictadu- ra sudamerica­na en la que gobierna un general, vulgar e inculto, con agentes de seguridad despiadado­s, que le obedecen ciegamente e incluso anticipan sus deseos, y que publicó en Chile revista Análisis, hoy extinta, y “La copia feliz”, en que cualquier parecido con algún país no es mera coincidenc­ia.

Define al humor como “el oxígeno de la democracia”. Y alguien le dijo un comentario que considera certero: “Chile es un laaargo desfile entre una parroquia y un cuartel”.

A Alejandro Montenegro, en tanto, todos sus conocidos lo llaman por el nombre que usa como dibujante, Rufino, un homenaje al abuelo materno que lo cuidó cuando niño. Es el autor de un personaje ya clásico: un agente de los servicios represivos, que usa riguroso terno oscuro, con lentes negros y corbata del mismo color, rasgos angulosos y rictus en sus labios, y comenta lo que ocurre en el país. Fue el primero en dictadura en atreverse a dibujar a un agente que, a todas luces, parece haber sido de la CNI. Confiesa que se inspiró en Palomo, pero también en lo que se veía en Chile a diario. “En estos regímenes, cuando existe el humor, ayuda mucho a levantar el ánimo y a perder el miedo”, argumenta.

Para Guillermo Bastías, Guillo desde su infancia, en dictadura el humor no solo es necesario, sino que imprescind­ible. “En cierto modo, el humor mata el miedo, y en dictadura, lo que pretenden es infundir el miedo para que seas sumiso y te comportes según el orden que quieres que siga”.

Guillo acaba de reeditar su “Pinochet ilustrado”. Una de sus caricatura­s, de Pinochet como el Rey Sol, Luis XIV, en la portada de la edición especial “Las mil caras de Pinochet”, de APSI-Humor, terminó con censura a la revista y requisició­n de sus ejemplares. El director y subdirecto­r fueron detenidos, acusados de “asesinato de imagen”. Guillo cuenta que él, en cambio, “pasó piola”. ●

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