THE ECONOMIST Y LAS REFORMAS EN CHILE
Si la mejor estrategia es acelerar el ritmo de las reformas o ir más pausado, deberá ser apreciado en función de no arriesgar el rumbo capaz de llevar al país al bienestar y la estabilidad política.
El deterioro del crecimiento económico en el gobierno de la Nueva Mayoría representó un duro golpe para los chilenos. El drástico contraste entre el Chile que era, y el que se dio bajo dicha administración, resulta de comparar un sobresaliente desempeño económico por tres décadas, con los efectos de medidas mal orientadas que llevaron el crecimiento al 1,7% anual. Por esto, la candidatura de Chile Vamos, que representó la expectativa de restablecer el Chile exitoso, obtuvo un amplio triunfo. Puede que la población no aspire a volver al crecimiento de quince o veinte años atrás; pero sin duda espera un repunte considerable respecto del desempeño del gobierno de la Nueva Mayoría, expectativa que no resulta fácil de satisfacer.
El crecimiento efectivo resulta de combinar dos elementos: el desempeño en línea con un cierto potencial de crecimiento sostenible, y una variación en torno a ese potencial, provocada por factores externos a la economía. Mejorar el potencial de crecimiento requiere medidas “estructurales”, que dicen relación con instituciones e incentivos.
Enfocado precisamente en la demanda por mejor desempeño económico que enfrenta el gobierno de Sebastián Piñera, un reciente artículo en la revista The Economist sostiene que las condiciones externas van a deteriorarse: anticipa que vendrán mayores tasas de interés en el mundo y que la economía mundial va a comenzar a reflejar el daño de la confrontación comercial de Estados Unidos con China. Así, según el semanario, el contexto externo estará pronto jugando en contra de nuestro crecimiento. Su sugerencia, entonces, es apurar el ritmo de las reformas “estructurales” que el país necesita para salir de su “crisis del ingreso medio”, mientras aún goza de una economía en recuperación y el apoyo político propio de un gobierno entrante.
No existe una “crisis del ingreso medio”, con características similares para todos los países en vías de desarrollo, ni recetas claras para superarla. Chile, actualmente, tiene una oposición con falta de buenas propuestas para el país, y que encuentra en la polarización un escenario que la ayuda a mantenerse unida. Esta circunstancia, que limita fuertemente a un gobierno sin mayoría parlamentaria, sumado al clima externo que pronostica The Economist, pueden hacer muy difícil avanzar hacia el restablecimiento del Chile exitoso. Lo verdaderamente crucial en esta coyuntura es que el país se mantenga claro en el diagnóstico que manifestó en la última elección presidencial, es decir, que fueron los intentos para socavar la economía libre -que benefició por décadas a Chile- los que finalmente han puesto en duda nuestra meta de ser un país desarrollado.
Cabe esperar que el gobierno pueda aprovechar lo que el semanario británico ve como una oportunidad en el corto plazo. Pero si la mejor estrategia es acelerar el ritmo de las reformas por las razones que apuntó The Economist- u otra más pausada, deberá ser apreciado en función de no arriesgar el rumbo capaz de llevar al país al bienestar y la estabilidad política.