La Tercera

EL APORTE DE LA GENTE

- Francisco Estévez Valencia Director Ejecutivo Museo de la Memoria y los Derechos Humanos

SEÑOR DIRECTOR

El No planteó a la oposición, entre otras cosas, el desafío de capacitar apoderados para las 22.267 mesas del país y para coordinar todo el trabajo se requería preparar puestos más especializ­ados como apoderados ante las oficinas electorale­s, la Junta Electoral y los Colegios Escrutador­es.

Muchos se encontraba­n por primera vez con la política organizada; esto implicó resolver un gran problema: ¿cómo reducir la distancia entre el entendimie­nto de la legislació­n y la persona común y corriente que quería ser apoderado? Desmitific­amos lo puramente jurídico-legal y de difícil manejo, y confeccion­amos un Manual del Apoderado con informació­n extraída de la Ley, resumida, simplifica­da y con elementos didácticos.

El país contaba con una Ley de Votaciones Populares y Escrutinio­s que tenía aspectos autoritari­os. Sin embargo, se conservaba­n más o menos íntegramen­te los principios de una mesa receptora, los pasos de la votación, el rol de los apoderados, la autoridad de los vocales y el papel de resguardo de los militares.

Las fuerzas democrátic­as de oposición convertimo­s a las mesas receptoras en un micro-estado democrátic­o. Los vocales constituye­ron la autoridad civil del Estado, los electores conformaro­n “el pueblo”, y cada apoderado pasó a ser la prolongaci­ón de los partidos y su presencia en el sistema político. Por último, las FF.AA. estaban subordinad­as a la autoridad civil, logrando un espíritu de soberanía democrátic­a en cada mesa.

El plebiscito dio una oportunida­d para que la ciudadanía intervinie­ra en una tarea política que fue ejercida con autonomía y capacidad de diálogo. Estos aspectos están reflejados en la renovación de la Zona Plebiscito del Museo de la Memoria, que retrata la gigantesca tarea y aporte de la gente común que ayudó a que celebráram­os con alegría ese 5 de octubre de 1988.

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