La Tercera

La localía como consuelo

La Cisterna volvió recibir a la U luego de veintiocho años. Toda la logísica funcionó a la perfección, sin embargo, la cólera invadió al hincha árabe.

- Por José Pedro Amenábar

Era un partido para derribar mitos y así fue. Eso de que Palestino no podía ejercer su localía en La Cisterna frente a los equipos grandes por falta de garantías, ya no existe. Buen comportami­ento de las hinchadas y medidas de seguridad óptimas demostraro­n que era viable.

Las inmediacio­nes cercanas al Estadio Municipal de La Cisterna denotaban un partido distinto. No era el ambiente de un típico encuentro de Palestino. Carabinero­s dirigía el tránsito en la intersecci­ón entre El Parrón y José Joaquín Prieto. Los comerciant­es aprovechab­an el flujo de gente y vendían una amplia gama de productos jamás vistos en este reducto.

Antes del partido se temía por los accesos. Lo concreto, es que se quedó solo en una premonició­n. Pese a la congestión vehicular, la parcialida­d azul accedió y dejó expeditame­nte el estadio. ¿En cuanto a violencia o destrozos? Nada. De hecho carabinero­s aseguró que fue un operativo exitoso, sin nada fuera de lo común.

Los equipos salieron a la cancha y el hincha árabe tenía claro que era un día histórico. Un suceso que tardó veintiocho años en volver a replicarse. Desde la tribuna marquesina quisieron inmortaliz­ar el momento y con múltiples celulares grabaron incesante- mente para concretar un recuerdo de esta jornada. Desde el pitazo inicial, la hinchada visitante se hizo notar en cuanto a cánticos y presencia física. Se ubicaron en el sector norte y andes, tras un perímetro de rejas y la custodia de la mayoría de los guardias privados. La localía árabe quedaba adscrita al conocimien­to de la cancha, porque en apoyo popular, no se sintió. De vez en cuando nacía el mítico grito: “Palestino, Palestino, Palestino”, que luego de breves segundos se esfumaba en las altas temperatur­as.

Soteldo fue el que rompió la monotonía del sofocante calor. La parcialida­d azul lo celebró con todo. En la vereda árabe, se acumuló frustració­n y enojo. El clásico insulto del hincha paisano, subió de tono y se tor- nó cada vez mas áspero. Los insultos en primera instancia fueron contra el venezolano y luego contra el Gallego Méndez. Este último fue el blanco constante de la ira. Leiva clavó la estocada al ánimo palestinis­ta.

El entretiemp­o llegó con música palestina. La versión en árabe del hit “Despacito” no subió el ánimo de los locales y tampoco combatió el infierno de La Cisterna. Ambas hinchadas buscaron la escasa sombra. Unos compraron refrescos y otros, derechamen­te, se empaparon en agua. El calor fue el factor común.

El descanso no logró calmar la cólera árabe. El apaciguami­ento de ese calor, tampoco. De hecho, el enojo se traspasó a la cancha y Méndez fue expulsado. Los insultos de la fanaticada local cambiaron de dirección y el receptor fue Herrera. Cuatro hinchas le gritaron durante prolongado­s minutos. En un momento el portero se quedó mirando fijamente a las tribunas en forma desafiante.

Como si fuera poco, Ubilla aumentó la desazón de la hinchada tetracolor. Las palabras vulgares tuvieron otro cambio y se fueron en contra de los dirigentes locales. Las contrataci­ones, el precio de las entradas y el horrible momento fueron el contenido. El descuento del cuadro de colonia solo despertó un par de palmas; gritos no hubo.

Las banderas de Palestina flamean en La Cisterna. En el estadio ya no hay nadie y los hinchas azules se fueron tranquilos. La desazón y rabia árabe tiene un consuelo: la localía es posible frente a todos.b

 ??  ?? ► La hinchada de Palestino mientras se disputa el partido en La Cisterna.
► La hinchada de Palestino mientras se disputa el partido en La Cisterna.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Chile