La Tercera

Espléndida y conmovedor­a

- Por Rodrigo Miranda

Interpreta­r a una mujer ciega que aprendió a “ver” con sus oídos y manos es un desafío mayor para Alessandra Guerzoni, quien sale airosa de la prueba en Molly Sweeney: ver y no ver con una actuación de excelencia, íntima y conmovedor­a. La intérprete no cae en la solución fácil de imitar la ceguera o estereotip­ar su manera de moverse por el mundo de las sombras y, de forma inesperada, evidencia la teatralida­d y sobriedad del personaje de Molly, decisión inteligent­e y arriesgada. Con 15 minutos en completa oscuridad que garantizan la igualdad de todos los espectador­es, la obra requiere de un público activo que reconstruy­e en su mente el desconocid­o imaginario y la oscura verdad de la protagonis­ta.

Por su estructura de sucesión de monólogos, el texto original es excesivame­nte teatral y los personajes interactúa­n poco. Bajo la acertada dirección de Omar Morán esta estática camisa de fuerza se vuelve una fortaleza. Las interaccio­nes son fáciles de visualizar al descansar los monólogos en sólidas actuacione­s, con muy buen equilibrio entre humor y drama, y al estar acompañado­s por proyeccion­es de imágenes de impecable factura que ayudan a recrear las perturbado­ras percepcion­es visuales de la protagonis­ta.

La escena cuando Molly recupera la vista es arrollador­a y de una belleza ineludible, al igual que la secuencia donde se escucha la versión sinfónica de la canción Fe, de Jorge González. El conjunto es un placentero desafío para los sentidos.

Carlos Ugarte se entrega por completo al gracioso rol del marido de Molly, un soñador para el que la recuperaci­ón de la vista de su mujer es la última de sus obsesiones extravagan­tes. Diego Casanueva, frío y distanciad­o, es el doctor, alguna vez un celebrado cirujano cuyo divorcio lo condujo a la depresión y el alcoholism­o. Para este personaje doliente la operación milagrosa le ofrece la oportunida­d de restau-

MOLLY SWEENEY: VER Y NO VER DE BRIAN FRIELD

Dir.: Omar Morán. Con Alessandra Guerzoni, Carlos Urgarte y Diego Casanueva. Sá. 20.00 h. Do. 19.30 h. De $ 8.000 a $ 20.000. CorpArtes.

rar su autoestima profesiona­l. Su objetivo es lograr algo quirúrgica­mente que nunca se ha hecho antes, un hito revolucion­ario. Esa es su verdadera motivación, no ayudar a Molly. El marido podría ver la operación como una causa utópica, pero el médico ve en ella su redención, su última oportunida­d para restaurar una reputación perdida. El marido resulta ser un escapista, un eterno Peter Pan y el doctor, un alcohólico que busca una forma de salir de su propia oscuridad. Ninguno ve realmente a Molly. Los únicos ciegos son ellos.

El dramaturgo irlandés Brian Friel, inspirado en el ensayo Ver o no ver, del científico Oliver Sacks, muestra el vértigo de Molly al volver a ver, quien condenada a la visión se refugia en un límite imaginario entre la realidad y la ficción, entre la cordura y la locura, entre el país de los ciegos -del cual fue expulsaday de los videntes.

Molly Sweeney: ver y no ver hace conciencia sobre la necesidad de la inclusión de personas con discapacid­ad en la oferta cultural. La obra está adaptada para personas ciegas y ofrece audiodescr­ipción, un programa en braille y al entrar a la sala el espectador puede tocar maquetas de los rostros los actores y asociar sus rasgos con sus voces.

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► La obra incorpora proyeccion­es que simulan la percepción del personaje de Molly.
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