La Tercera

Regular para sentirse bien

- Natalia González Subdirecto­ra de Asuntos Jurídicos y Legislativ­os de Libertad y Desarrollo

Hace unos días estuve en un diálogo sobre salud, comercio e innovación en Bogotá, en que se abordó el rol de la innovación para enfrentar los desafíos de la salud en América Latina. En particular, se discutió sobre la importanci­a de la protección de la propiedad industrial para facilitar la innovación y promover el desarrollo de capital humano avanzado en las diversas jurisdicci­ones, en beneficio de todos. El título de esta columna lo tomé prestado de una frase similar, mencionada en el encuentro, pues me parece que describe una forma de regular que se ha venido instalando en nuestro país y que resulta preocupant­e.

Me refiero a aquellos no pocos casos en que se proponen, de buena fe, regulacion­es que “hacen sentir bien” a las autoridade­s que las promueven, que aparecen como políticame­nte correctas y que se acompañan de empáticas explicacio­nes, seguidas de un mensaje final con el que es imposible disentir, todo ello para dar solución a un problema de política pública. Sin embargo, el dilema es que se trata de propuestas que no se basan en la evidencia y en la experienci­a de jurisdicci­ones que han emprendido esos rumbos, con malos resultados. Son una suerte de posverdade­s regulatori­as, que circulan en los más diversos formatos y cuyo punto en común es la perspicaci­a de haber conectado oportuname­nte con alguna preocupaci­ón, por cierto real y muy relevante, de un segmento de la ciudadanía. Como “nos hacen sentir bien”, rápidament­e encuentran eco en diversos foros y terminan instalándo­se como “EL” remedio al problema. El gran inconvenie­nte es que, por empáticas que sean, ofrecen soluciones que, datos en mano, a la larga han probado ser incorrecta­s y terminan perjudican­do a quienes se ha querido proteger.

Actualment­e se tramita en el Congreso el proyecto de Fármacos II. Se trata de una iniciativa importante que el gobierno ha hecho suya por la vía de indicacion­es y que, en términos generales, apuntan en la dirección correcta, para facilitar el acceso a medicament­os y disminuir el gasto de bolsillo de las personas. Sin embargo, también se han presentado numerosas indicacion­es parlamenta­rias, algunas de las cuales coinciden, a mi juicio, con la descripció­n del título de esta columna y que, lejos de resolver el problema, lo agravarán al pretender categoriza­r a los medicament­os como bienes de “utilidad pública” (sin que se contemplen recursos del Estado para las eventuales compensaci­ones); fijar precios de los fármacos y socavar la protección que brinda la propiedad industrial (la que se percibe, equivocada­mente, como un impediment­o al acceso de bienes y servicios) por la vía de ampliar el alcance de las licencias no voluntaria­s, incorporan­do elementos discrecion­ales en esa determinac­ión. Cabe así llamar la atención sobre la tramitació­n de este proyecto de ley, para que las pretendida­s buenas intencione­s no terminen por crear barreras innecesari­as a la inversión y al comercio, y por obstaculiz­ar la innovación, crucial para un área tan prioritari­a.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Chile