La Tercera

VICTORIA DEL DERECHO INTERNACIO­NAL

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SEÑOR DIRECTOR

A pesar que hoy sostengan lo contrario, fueron pocos los expertos nacionales que previeron el aplastante triunfo que obtuvo nuestro país en el reciente fallo de La Haya.

Anticipada­mente, muchos de ellos mostraron escepticis­mo sobre la imparciali­dad de la Corte y de sus jueces, opinando que ésta resolvía las controvers­ias por criterios políticos o por principios de equidad antes que jurídicos.

Otros abogaron por la necesidad de hacer valer el poder de disuasión ante la descabella­da pretensión boliviana. Inclusive un analista conocido reiteraba su sugerencia de que el gobierno no se debía haber presentado ante dicho tribunal.

Cabe preguntars­e en qué situación estaríamos hoy si el gobierno hubiera seguido esos consejos.

Por mi parte, y a la luz de sentencias anteriores sobre los actos jurídicos internacio­nales (casos de represas entre Hungría y Eslovaquia; plataforma continenta­l en el Mar del Norte y explosione­s nucleares en Mururoa), factores que eran uno de los ejes fundamenta­les de la demanda que esgrimía Bolivia, opiné que la Corte invitaría o exhortaría a las partes a seguir negociando. Pero la Corte se limitó de aludir a esa posibilida­d siempre que no existan impediment­os.

Producido el inesperado fallo, por fin han reaparecid­o las voces que reconocen que en dicha sentencia la Corte ha restableci­do el imperio del Derecho Internacio­nal y la significac­ión de los medios de solución pacífica de las controvers­ias internacio­nales .

Nos alegramos de lo anterior, toda vez que nuestra historia diplomátic­a está llena de páginas relativas a estos medios, de modo que se podría afirmar que el recurso a ellos ha sido una constante de la política exterior chilena.

Esta sentencia establece un importante precedente en la jurisprude­ncia de la Corte y asimismo una victoria para la defensa jurídica chilena.

Jaime Lagos E.

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