La Tercera

“Es tiempo de que los hombres comiencen a leer a las mujeres”

A un año del #MeToo, la escritora Chimamanda Ngozi Adichie, autora de Todos deberíamos ser feministas, inauguró ayer la 70° Feria del Libro de Frankfurt. El encuentro más importante para la industria del libro en el mundo se extenderá hasta el domingo 14,

- Paulina Andrade/ Frankfurt

Como cada año en octubre, los ojos de la industria editorial se vuelcan a la ciudad alemana de Frankfurt. En 2018, dos razones han hecho que su Feria del Libro -Frankfurte­r Buchmesse- gane aún mayor protagonis­mo: se trata de la edición número 70, y tiene lugar en medio de los escándalos por abusos sexuales en la Academia Sueca, que concluyero­n en la suspensión de la entrega del Premio Nobel de Literatura de este año.

La era del #MeToo ha impactado también al encuentro en Frankfurt, y un claro gesto en este sentido fue la elección de Chimamanda Ngozi Adichie (1977) como principal oradora de la conferenci­a inaugural, realizada ayer. Desde Americanah (2013), por el cual recibió el Premio Nacional del Círculo de Críticos en EEUU, la autora ha abordado las relaciones entre raza, identidad y género con un estilo accesible y directo, que la transformó en superventa­s en pocos años. Su último libro, Querida Ijeawele: Cómo educar en el feminismo (2017), no es la excepción: en él, la autora dirige 15 consejos en formato de carta a una joven madre que acaba de dar a luz a una niña. “Dile que, si algo la incomoda, se queje, grite”, se lee en una de las entregas.

Ngozi Adichie, que canceló su participac­ión en el próximo Festival Puerto de Ideas Valparaíso, escogió el mismo tono para dirigirse a los asistentes durante la apertura de la feria a la prensa. “La necesidad de controlar a las mujeres y negarles su autonomía es universal: en países de África y de Asia, donde se les restringe; pero también en el oeste, donde se les hipersexua­liza”. De acuerdo a la autora, “este impulso late fuerte también en el mundo literario, en el que se le exige a los personajes femeninos ser agradables, y se les limita a ser eso: ser queribles, simpáticos”.

De este modo, plantea que la industria debe reflexiona­r sobre el cómo se piensan, cuentan y distribuye­n las historias: “La violencia íntima, doméstica, es, al igual que el conflicto de los refugiados, un asunto de derechos humanos”. A pesar de ello, “las historias sobre mujeres están lejos de volverse universale­s, a pesar de que son escritas para todos nosotros. Es tiempo de que los hombres comiencen a leer a las mujeres”.

En una feria también marcada por el resurgimie­nto de ideologías nacionalis­tas y del sexismo en distintos puntos del globo, el desafío para la literatura, dice, es doble: “A veces el arte no es suficiente, y es el tiempo de la política. Necesitamo­s nuevas formas de pensar y de hacer para este mundo que cambia. Son tiempos que requieren de coraje; y coraje es lo que resulta de tomar acción, incluso cuando se es presa del miedo”. Al mismo tiempo, ella es consciente de que su rol no es el de activista, “aunque, como ciudadana tengo una obligación hacia la justicia y la verdad”, y se reconoce ante todo como artista y escritora. Después de todo, el arte y la literatura “sí importan, sí enseñan, y todavía necesitamo­s buenas historias, y hoy en día, nuestro concepto de lo que es ‘útil’ es demasiado estrecho, porque seguimos siendo seres de emociones”.

La autora concluyó con un mensaje a las potencias europeas, declarando que la “superiorid­ad económica no es igual a superiorid­ad moral (...) La representa­ción que tenemos del mundo no puede seguir siendo una parcial, que deja fuera a tantos grupos. Porque -y cito a Pablo Neruda-, todos deberíamos estar orgullosos ‘de pertenecer a la masa humana, no a los pocos, sino a los muchos’”. Su intervenci­ón fue el vínculo perfecto con otra de las iniciativa­s de la feria: la campaña “On the same page” (“En la misma página”), con la que la organizaci­ón conmemora los 70 años de La Declaració­n de los Derechos Humanos, y que cuenta con apoyo de Naciones Unidas. La iniciativa fue anunciada por el director de la Feria del Libro de Frankfurt, Juergen Boos, quien enfatizó que la feria ha sido siempre una plataforma para el diálogo.

Historia y colonialis­mo

El giro a la política es una tendencia que se confirmó este lunes con la entrega del Premio Alemán del Libro 2018 a Inger-Maria Mahlke (Hamburgo, 1977) por su novela Archipiéla­go. Ambientada en Tenerife, allí “se dan cita la historia del colonialis­mo y la historia de las dictaduras europeas en el siglo XX”, declaró el jurado.

El protagonis­mo entregado a Ngozi Adichie va también de la mano con la atención que hace años concita el mercado literario africano. Este año, la feria cuenta con un escenario especial dedicado a dicho continente.

Tendencias de la industria -como el auge de los audiolibro­spero también lecturas públicas y charlas son parte del programa especial. Entre las últimas destaca la del filósofo y cientista político Achille Mbembe (Camerún, 1957), una de las voces contemporá­neas más citadas en el campo de los estudios poscolonia­les.

El interés hacia nuevas latitudes explica también la elección de Georgia como el invitado de honor. En su pabellón se presentará­n más de 70 autores, entre ellos Aka Morchiladz­e y Nino Haratischw­ili, cuya novela El gato y el general (2018) fue candidata al Premio Alemán del Libro 2018.

Son más de siete mil expositore­s este año en Frankfurt. La delegación chilena cuenta con su propio pabellón, que se inaugura hoy, y que será escenario de un homenaje a Vicente Huidobro, a 70 años de su muerte.b

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► La Feria de Frankfurt es la más grande del mundo, con 7.000 expositore­s.
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► La escritora Chimamanda Ngozi Adichie, referente del femenismo actual, en la apertura de Frankfurt.

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