AMPLITUD DE LA VIOLENCIA
SEÑOR DIRECTOR
La violencia no solo se manifiesta con un insulto o un golpe, también nos enfrentamos a un tipo de violencia menos evidente, que se esconde en situaciones supuestamente “normales”, y que prácticamente pasa desapercibida. ¿Quién no se ha reído de un chiste racista, sexista u homofóbico? Esto nos convierte no solo en testigos de la denominada violencia simbólica, sino que en cómplices.
En estos tiempos de violencia explícita deberíamos ser capaces de identificar la llamada “violencia silenciosa”, aquello que justamente se nutre de su invisibilidad para actuar con impunidad. Abuso sexual, abandono, bromas descalificatorias, chismes malintencionados con el fin de instalar imágenes negativas sobre otros.
En Chile, hay atisbos de toma de conciencia en relación a la violencia: se ha cambiado la forma de ver a la mujer; se aprobó la Ley Zamudio, la de Igualdad de Género, y se ha propuesto una Ley de Educación Emocional, entre otros. Pero aún queda mucho por hacer.
Es fundamental tomarle el peso al poder del lenguaje y cómo éste construye nuestra realidad como individuos y como sociedad. Tomar conciencia de cuáles son nuestros verdaderos prejuicios y cómo actúan generando incoherencia entre lo que decimos y hacemos. Es aquí donde se debe enfatizar: más que un lenguaje inclusivo, lo que necesitamos reconocer y aprender es un lenguaje no abusivo ni violento. Y practicar cada día la coherencia entre nuestros pensamientos, sentimientos y acciones.
Adriana E. Masieri Kappos Psicóloga