La Tercera

Crisis del progresism­o

- José Joaquín Brunner Académico UDP

Tanto a nivel nacional como internacio­nal, el progresism­o (del cual soy parte) vive una crisis con escasas perspectiv­as de recuperaci­ón. Las izquierdas, que por momentos durante el siglo XX dominaron el debate de ideas y el clima cultural de la época, se hallan reducidas ahora a su mínima expresión, confundida­s y apegadas al pasado.

Atrás quedaron los signos de su antigua vitalidad. Pienso en las “grandes” -aunque fracasadas- revolucion­es socialista­s; el éxito socialdemó­crata europeo; el aggiorname­nto de la Iglesia Católica; el simbólico año 68 que iluminó el horizonte con una explosión de realismo mágico, marcando el fin de un viejo orden institucio­nal que, paradojalm­ente, abrió las puertas hacia un capitalism­o más liberal, global y posmoderno.

También a nivel local, nuestro deshilacha­do progresism­o siente la tensión entre las fuerzas ascendente­s de la historia, representa­das por aquellas gestas aparenteme­nte liberadora­s y las que corren en sentido contrario y descienden hacia las derrotas: la desaparici­ón del comunismo soviético, el retroceso del estado de bienestar, la crisis cultural de la Iglesia Católica, el agotamient­o de las energías emancipado­ras del 68 y su reemplazo por los fantasmas del autoritari­smo liberal y los nacionalis­mos excluyente­s.

En esta perspectiv­a histórica, ¿qué puede significar —en el tránsito de un siglo al siguiente— la convergenc­ia buscada en Chile entre el PS, el PPD y el PR, luego de renunciar ellos mismos a su mejor identidad construida durante el tiempo de la Concertaci­ón?

Poco y nada. En efecto, el problema del progresism­o, local e internacio­nal, no es su división entre moderados y ortodoxos, o entre tradiciona­listas y renovadore­s, ni tampoco la postura que adopte en Chile frente a la DC o el Frente Amplio. Más bien, es el terremoto ideológico grado nueve que echó al suelo sus catedrales y creencias, su visión de mundo y comprensió­n de la historia. Por eso mismo aparece pesado, conservado­r, industrial, analógico, burocrátic­o, centralist­a. De pronto se ha vuelto anacrónico. Sus referentes han naufragado; su lenguaje suena hueco; su liderazgo intelectua­l está desapareci­endo y rápido.

¿Qué ofrece hacia el futuro? Fuera de una invocación a “unirnos para ganar”, no mucho más. Atónito mira hacia Brasil, sin poder explicarse cómo Lula y Dilma —más el gran empresaria­do— dieron paso a Bolsonaro. En casa, ni siquiera hemos empezado a explicar nuestra derrota tras una gestión de reformas que se esperaba cambiaría el rostro de la sociedad en Chile y aseguraría su proyecto progresist­a.

En breve, el progresism­o haría bien en tomar el peso a la crisis que atraviesa —atrapado entre un pasado que lo hunde y un futuro que se le escapa— antes de que sea demasiado tarde.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Chile