La Tercera

LAS INCÓGNITAS DE CONVERGENC­IA PROGRESIST­A . INTERROGAN­TES EN PLAN ECONÓMICO DE BOLSONARO .

Aún no es claro si es un paso hacia una nueva alianza socialdemó­crata, o en cambio busca reconstrui­r a la Nueva Mayoría.

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Los partidos Socialista, PPD y Radical sorprendie­ron al anunciar la conformaci­ón de Convergenc­ia Progresist­a, instancia compuesta por las tres colectivid­ades, y que no cuenta con la presencia ni de la Democracia Cristiana como tampoco del Partido Comunista. El sentido de este nuevo bloque ha sido algo confuso, pues sus organizado­res no han logrado transmitir con claridad cuál es su verdadera naturaleza. Desde el PS se ha enfatizado que no se trata de una “alianza política”, sino de una instancia de “coordinaci­ón” que permita articular mejor las fuerzas de centroizqu­ierda hoy dispersas y sin un norte claro. Estas divergenci­as incluso se han hecho sentir públicamen­te, pues algunos dirigentes del PS han señalado que se “enteraron por la prensa” del surgimient­o de Convergenc­ia Progresist­a, en tanto que algunos dirigentes radicales han expresado aprensione­s similares.

Pese a estas dificultad­es, el surgimient­o de este nuevo polo podría llegar a representa­r un hecho político relevante, pues constituye el esfuerzo de mayor envergadur­a desde la debacle electoral para reconstitu­ir puentes entre los antiguos aliados de la Nueva Mayoría. Sin embargo, no es claro hacia qué tipo de convergenc­ia pretende apuntar este referente, si a rearticula­r una alianza de carácter más socialdemó­crata -que de algún modo se asemeje al modelo de la antigua Concertaci­ón, capaz de volver a brindar un grado de gobernabil­idad que amplios sectores ven con nostalgia- o en cambio profundiza­r un bloque más parecido a la Nueva Mayoría, no necesariam­ente con la DC, pero ampliando el arco incluso hasta el Frente Amplio.

La ausencia del Partido Comunista probableme­nte dé la impresión de que la intención es migrar hacia visiones políticas más moderadas, lo que ciertament­e sería una buena noticia para el país. Pero las declaracio­nes de varios dirigentes socialista­s, en cuanto a que el nuevo bloque no puede partir con exclusione­s de ningún tipo, dejan abierta la posibilida­d de que se termine pactando con las fuerzas más extremas, insistiend­o así en la noción de “izquierdiz­ar” una alianza política, estrategia que llevó a la debacle electoral a la Nueva Mayoría y que ha polarizado negativame­nte al país.

Para la Democracia Cristiana este nuevo polo será un interesant­e desafío, porque permitirá calibrar mejor qué fuerzas internas son las que terminarán primando. La actual directiva ha intentado buscar un mayor perfilamie­nto del partido, remarcando su disconform­idad con la idea de volver a conformar una alianza en la que los términos sean impuestos por las miradas más radicales, como las del PC. Sin embargo, otros sectores del partido favorecen alianzas o pactos electorale­s con las fuerzas comunistas, una tensión que probableme­nte no podrá extenderse indefinida­mente.

La actitud de bloqueo al gobierno en que ha caído parte importante de la oposición crea un inconvenie­nte cuadro que impide discutir con serenidad aquellas reformas indispensa­bles que el país requiere y que fueron expresadas con claridad por el electorado. Una nueva alianza en que confluyan las fuerzas moderadas de centroizqu­ierda, que se alejen del legado de la Nueva Mayoría, sería un paso bienvenido, pero por ahora incierto de que ocurra.

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