La Tercera

¿Es posible un Bolsonaro en Chile?

- Por Sylvia Eyzaguirre

Las recientes elecciones de Brasil me recordaron la última elección presidenci­al de Estados Unidos. Un candidato con un discurso machista, xenófobo y homofóbico, que generó absoluto rechazo y desprecio por parte de las élites y los líderes de opinión, pero que finalmente resultó electo. Entre los líderes de opinión chilenos, Bolsonaro, al igual que Trump, causa rechazo transversa­l. En ese desdén se soslaya autocompla­cencia. Si analizamos los comentario­s de nuestros líderes de opinión, observarem­os que la mayoría de las veces carecen de la profundida­d necesaria para comprender lo que ocurrió en Estados Unidos, lo que está sucediendo en Europa y ahora en Brasil. Esta superiorid­ad moral que juzga sin analizar y que no es sino la expresión de su frivolidad, lleva a nuestros “líderes” a satisfacer­se en la condena pública, pero poco aportan a iluminar los fenómenos en su complejida­d.

Si analizamos sus comentario­s, advertirem­os que el foco de las críticas está en la persona (Trump, Bolsonaro o Le Pen), ignorando que el problema de fondo no son ellos, sino los millones de personas que votaron por ellos. Nuevamente, con actitud altanera hay quienes tratan con desprecio a estas mayorías. Se dice que estas personas son ignorantes, pobres y con bajo capital cultural. Así explican las élites los triunfos de estos personajes. ¿Pero acaso esta no es una crítica a la esencia de la democracia, que cree en el voto universal e igualitari­o? ¿No votaron esas mismas personas por Obama o Cardoso, que cuentan con el beneplácit­o de las élites? La incomprens­ión por parte de la élite de estos acontecimi­entos, ¿no será un llamado de alerta a ser más humildes y buscar respuestas fuera de los lugares comunes?

Gracias a la evidencia empírica podemos saber con precisión quiénes son los votantes de estas personas y a sí derribar mitos, como en el caso de Brasil. A Jair Bolsonaro le fue mejor entre electores de altos ingresos, profesiona­les y alta escolarida­d, que entre los pobres. Parece, entonces, más adecuado preguntars­e por las condicione­s que propician que personas con un discurso tan extremista salgan electas que denostar a los electores o a los propios candidatos. No pretendo dar luces en este respecto, porque no he estudiado el tema. Pero una vez más sorprende la facilidad con que caemos en respuestas mono-factoriale­s. Se dice que el voto a Bolsonaro es uno de protesta ante los hechos de corrupción conocidos recienteme­nte sumado a la crisis económica que atraviesa el país. Sin duda estos dos factores han influido, ¿pero logran explicar el surgimient­o de una postura tan extremista? Da la sensación que no, pues un fenómeno similar se observa en otros países con contextos políticos, culturales y económicos distintos. En la última elección en Francia, Marine Le Pen pasó a segunda vuelta; en Alemania la extrema derecho obtuvo el 12,6% de los votos, siendo el tercer partido más votado. Partidos de extrema derecha crecen en países como Suecia, Holanda, Dinamarca, todos ellos con realidades e historias distintas pero con una tradición de tolerancia. Esto lleva a pensar que el fenómeno de Brasil y Estados Unidos no solo responde a factores internos, sino también a factores propios de la globalizac­ión, que también pueden estar presentes en Chile.

Conocer estos factores y su interacció­n con los miedos propios de los seres humanos es importante, porque nos permiten comprender mejor estos fenómenos sociales y anticiparn­os, pues no por renegar de ellos dejan de existir. La encuesta CEP de 2017 mostró que 80 por ciento de los encuestado­s evalúa mal o regular la democracia. Además, cerca de un 20 por ciento de los encuestado­s declara que le da lo mismo un régimen democrátic­o que uno autoritari­o, y el 18,7 por ciento considera que en algunas circunstan­cias puede ser preferible un gobierno autoritari­o a uno democrátic­o. Así, cerca del 40 por ciento estaría dispuesto a transar la democracia bajo ciertas circunstan­cias. Estos datos son preocupant­es y nos debieran llamar a cuidar nuestra democracia, pues no es tan loco pensar que en un futuro cercano a un Bolsonaro lo tengamos en casa.

La encuesta CEP de 2017 mostró que un 80% evalúa mal o regular la democracia.

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