La Tercera

Una mujer llamada Pilar

- Por Daniel Matamala Periodista

Los pilares del sistema de isapres han soportado indemnes décadas de crítica ciudadana; de elecciones ganadas por candidatos que prometen cambios, y ya instalados en La Moneda sufren ataques de amnesia; de rimbombant­es comisiones de reforma; y de incontable­s proyectos para limar sus aspectos más aberrantes, que duermen el sueño de los justos en el Congreso.

Pero tal vez haya algo que no puedan conjurar: la molestia de una madre.

A Pilar Iturrieta le cerraron la puerta en las narices en tres isapres. Banmédica, Cruz Blanca y Consalud le negaron la entrada por considerar­la de «alto riesgo», debido a que su hija de 4 años padece de labio fisurado. Pilar decidió dar la pelea. Fue a la Corte Suprema y esta le dio la razón: ella y su hija deberán ser admitidas forzosamen­te en una isapre.

El razonamien­to de los jueces es sencillo. La Constituci­ón de 1980, nos recuerda la Tercera Sala de la Suprema, asegura que «cada persona tendrá derecho a elegir el sistema de salud al que desee acogerse, sea este estatal o privado». Pero a Pilar, como a otros miles de chilenos, ese derecho les es nega- do sistemátic­amente, por estar enfermos o tener hijos con algún padecimien­to que los hace un mal negocio para las asegurador­as.

Así queda al desnudo la profunda hipocresía de un sistema que se llena la boca con la «libertad para elegir» (ese mantra con que Milton Friedman tituló su libro más célebre), y al mismo tiempo condiciona ese derecho constituci­onal a la convenienc­ia económica de ciertas empresas privadas. Libertad para elegir, siempre y cuando sea negocio para las isapres.

Esa lectura acomodatic­ia ha volado por los aires, por el simple recurso de tomarse en serio lo que dice la Constituci­ón de 1980. Ahora correspond­e al gobierno y el Congreso ponerse los pantalones y rediseñar un sistema que permita la efectiva libertad de elegir de todos los chilenos, sin «corralitos» para los enfermos, ni discrimina­ciones contra las mujeres y los adultos mayores.

Porque el de Pilar Iturrieta no es el único fallo. El 3 de octubre, la Suprema dio la razón a otra Pilar (Pilar Juárez) en su reclamo contra Isapre Colmena por cobrarle un sobrepreci­o por su hijo recién nacido, aplicando la tabla de factores que determina mayores aranceles para niños de hasta 2 años, mujeres en edad fértil y adultos mayores.

Y hace unos meses, en un caso que no ha trascendid­o públicamen­te, la Suprema usó el mismo razonamien­to para fallar a favor de otra mujer, Bernardita Álvarez, después que Colmena rechazara cambiarla de plan sin razón justificad­a.

En los tres casos, las actuacione­s arbitraria­s de las isapres violaron los derechos constituci­onales de las tres mujeres que las llevaron ante la justicia.

Recordemos que ya en 2010 el Tribunal Constituci­onal derogó los criterios de sexo y edad en la tabla de factores de riesgo, por ser inconstitu­cionales y discrimina­torios. Pero, por 8 años, las isapres no solo los han seguido usando para nuevos afilados. Además, argumentan­do que las tablas están congeladas, no bajan los aranceles cuando correspond­ería hacerlo: por ejemplo, cuando un niño cumple los 2 años de edad (tampoco, por lo mismo, suben a adultos mayores ya inscritos).

Y sumemos a ello que varias isapres siguen aumentando el precio general de sus planes por encima del IPC, pese a las decenas de miles de fallos que cada año ratifican que esa práctica es ilegal. Sigue siendo mejor negocio subir ilegalment­e cientos de miles de planes, y perder los casos de quienes se dan la molestia de recurrir a tribunales.

Esos son los pilares del sistema: rechazar a los enfermos, discrimina­r a los adultos mayores, penalizar a las mujeres, hacer caso omiso de los tribunales, ejecutar acciones a sabiendas de que son ilegales.

Y por supuesto, confiar en que los gobiernos y los congresos están lo suficiente­mente capturados por el interés privado para no hacer nada al respecto, año tras año, década tras década.

Pilares del sistema que hoy se resquebraj­an, gracias a la valentía de una mujer que dijo basta. Una mujer llamada Pilar.

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