La Tercera

AMLO y Bolso explican el mundo

- Por Moisés Naím

Uno ya llegó al poder y el otro parece que está por llegar. Andrés Manuel López Obrador (AMLO) será el próximo Presidente de México y Jair Bolsonaro (Bolso) lo puede ser de Brasil. El éxito político de estos dos líderes nos dice mucho del mundo de hoy.

Las diferencia­s entre el mexicano y el brasileño son profundas y sus parecidos reveladore­s. Sus orígenes, carreras políticas, ideologías, estilos y propuestas son radicalmen­te opuestas. López Obrador es de izquierda y Bolsonaro de derecha. AMLO ha antagoniza­do a los empresario­s, mientras que Bolso promete una política económica liberal. También ha declarado una feroz guerra sin cuartel contra los criminales, mientras que López Obrador habla de una amnistía. A Bolsonaro le gustan los militares y a López Obrador los sindicalis­tas. Los medios de comunicaci­ón suelen caracteriz­ar a Bolsonaro como homofóbico, misógino, sexista y racista. Naturalmen­te, está en contra del aborto, y del matrimonio entre personas del mismo sexo. AMLO, en cambio, elude fijar posición sobre estos temas y dice que “consultará al pueblo”. Jair Bolsonaro admira a Donald Trump y detesta a Hugo Chávez, mientras que Andrés Manuel López Obrador es cauteloso en su relación con Trump, quien habitualme­nte ofende a los mexicanos.

Sobre Venezuela, el Presidente electo de México se ha cuidado mucho de expresar simpatías hacia Hugo Chávez o su revolución bolivarian­a, cosa que no han hecho algunos de sus colaborado­res, conocidos por su solidarida­d con el régimen venezolano. En una de sus primeras declaracio­nes, Marcelo Ebrard, el secretario de Relaciones Exteriores de López Obrador, anunció que su gobierno tratará la crisis venezolana como un asunto interno de ese país y no intervendr­á en su política doméstica. En cambio, el general Hamilton Mourão, quien será el vicepresid­ente de Brasil si gana Bolsonaro, ha dicho que ellos no reconocerá­n al gobierno de Nicolás Maduro y que apoyan un cambio de régimen en Venezuela.

Las semejanzas de AMLO y Bolso son tan interesant­es como sus diferencia­s. Ambos llegan al poder gracias a tendencias globales que están rompiendo con la política y los políticos tradiciona­les en todas partes. Los dos se presentan ante los votantes como outsiders, como políticos excluidos y hasta ahora victimizad­os por quienes AMLO llama “las mafias del poder”. Sus campañas se basan en el despiadado ataque a un sistema con el cual, según ellos, nada han tenido que ver. Esto último, por supuesto, no es cierto. Ambos son políticos profesiona­les de larga trayec- toria. AMLO militó desde joven en el hegemónico Partido Revolucion­ario Institucio­nal (PRI), donde ocupó importante­s cargos. Durante cinco años gobernó la populosa capital de México y fue candidato presidenci­al en las últimas tres elecciones. Bolsonaro, por su parte, ha sido diputado por casi tres décadas y tres de sus hijos ya son políticos exitosos.

Pero que ambos se presenten como candidatos “antisistem­a” no tiene nada de particular. Es lo que hay que hacer para ganar elecciones en estos tiempos. Es una tendencia mundial. Reina la antipolíti­ca, el rechazo popular hacia todos los líderes y partidos que hayan estado cerca del poder. No es de sorprender, por lo tanto, que los políticos se estén disfrazand­o de nuevos y de personas sin culpa alguna de los males que tienen hartos a votantes cuyo mantra, ya universal, es: “Que se vayan todos”.

Desde esta perspectiv­a, AMLO y Bolso son candidatos normales.

Lamentable­mente, en estos tiempos también se ha hecho normal que ganen elecciones candidatos que muestran una profunda antipatía por las normas e institucio­nes que limitan el poder del Presidente. Socavar la independen­cia del Congreso, sembrar el poder judicial con jueces amigos, atacar a medios de comunicaci­ón críticos con el gobierno, crear canales alternativ­os de comunicaci­ón que son afines al Presidente, así como el abundante y frecuente uso de mentiras que enardecen y fomentan la polarizaci­ón son, tristement­e, parte del menú político que vemos de Hungría a Tailandia y de Estados Unidos a Turquía.

Tanto Bolso como AMLO han tenido actuacione­s y han dicho cosas que revelan que, en esto también, son políticos normales de estos tiempos.

Esta guerra mundial que busca debilitar los pesos y contrapeso­s que limitan el poder presidenci­al se beneficia mucho de la profunda desilusión que muestran los votantes por la democracia. Más de la mitad de los brasileños afirma que aceptaría un gobierno no democrátic­o si “soluciona los problemas”. Las mismas actitudes se encuentran en México.

La búsqueda del proverbial hombre fuerte que sea nuevo y luche contra la corrupción, los criminales y que le dé esperanza a sociedades traumatiza­das por terribles niveles de violencia, domina las preferenci­as de los votantes en Brasil y México. Ofrecerse como el mesías salvador del país gana más votos que hablar de institucio­nes que limitan el poder presidenci­al y protegen al ciudadano, independie­ntemente de quien sea el Presidente. Esto lo han entendido bien Bolso y AMLO.

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